CLUB AMÉRICA

¿Se derrumba el Imperio?

El América sigue siendo el equipo más importante y odiado de México, pero sus músculos flaquean, tras la histórica decisión adversa por un error administrativo

OPINIÓN

·
Jorge Murrieta / Sin Rollos / Opinión El Heraldo de México. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

Imaginemos cualquier día, de cualquier mes, de cualquier año entre 1980 y 1990. Había un equipo de futbol grande, muy grande. Se llamaba América. Lo custodiaba una jauría de perros rabiosos fielmente entrenados para defender a su todopoderoso amo. No todos lo sabían, pero eran parte del sistema.

En Avenida Chapultepec #18 se tramaba todo, absolutamente todo. Y se ejecutaba. Desde lo que se tenía que decir por las noches en el noticiario más importante y visto de Latinoamérica (particularmente loas a las “brillantes” gestiones de López Portillo, el grisáceo De la Madrid y el maquiavélico Salinas de Gortari), hasta redondear lo “serio” del país con sobredosis informativas futbolísticas que tenían como función primaria reunir adeptos para un equipo que nació normalito, en octubre de 1916, fue creciendo en importancia, y alcanzó la cúspide cuando, a finales de los cincuenta, el legendario Emilio Azcárraga Milmo compró al club que a la postre sería el más odiado e importante de México.

Un muy joven Guillermo Cañedo llegó de Zacatepec para apuntalar desde la dirigencia lo que habría de ser un equipo de época. De forma genial, Azcárraga se había hecho del conjunto más polémico de la historia futbolística nacional. Al América había que odiarlo (eso de venerar y amar era para el antagónico, el Rebaño de los mexicanos y los pobres jodidos: el Guadalajara). ¡Golpe maestro de un maestro de la televisión y el entretenimiento!

Si bien el cuadro azulcrema había crecido en notoriedad y fama durante los años 60 y 70 (con incorporaciones de lujo como las de Arlindo dos Santos, José Alves Zague, Carlos Reinoso, Dirceu Guimaraes, entre muchísimos otros), la consolidación de las Águilas no llegó sino hasta los primeros años 80, cuando su poder avasallador se infiltró en todos los niveles y a todas las escalas, pues se cuenta que Televisa manejaba no sólo los hilos de la liga, sino también a la Selección Nacional. Quitaba y ponía directivos a placer e incluso (aunque nunca se ha comprobado) manejaba al arbitraje.

Sería interesante charlar hoy con personajes como el colegiado argentino Jorge Alberto Leanza (qepd), Joaquín Urrea, Marco Antonio Dorantes y un largo etcétera, aunque claro, siempre hubo quien no sucumbió y odió al América como cualquier aficionado tribunero. ¿Verdad, mi queridísimo Bonifacio Núñez? Tremendo personaje de la picaresca futbolera mexicana, honesto a carta cabal, pero que esperaba el domingo con ansias para tarjetear y amedrentar sin mayor pudor a los jugadores de Coapa. Un odio lindo, pues, inocente, por decir lo menos.

El poder del América en los 80 era grosero. Era prepotente dentro y fuera de la cancha. Estamos hablando del equipo de los riquillos, de los juniors, de los fresas, pues. Ir a un palco los viernes por la noche al Azteca, cuando jugaba el América, era el equivalente a ir al News, al Bandasha o al Baby’O. Era la cuna de la “mamonería”. Los hijos de papi acompañados de la chavita más guapa; la de moda. Afuera, en el estacionamiento, guaruras hasta en los baños. Y del juego ni se enteraban porque fluían aceleradamente las cubas y los whiskies.

Muchos episodios de esa década de tiranía dejaron marcado ante los ojos de muchos al América como el más grande tramposo de la historia. En un tercer partido jugado en La Corregidora de Querétaro, el 28 de mayo de 1985, un arbitraje “peculiar” de Joaquín Urrea le daría el título a las Águilas, negándole la oportunidad a los Pumas de alzarse con el trofeo. En 1988, ya eliminados los de Coapa a manos del Morelia, un resquicio poco claro en el reglamento de competencia provocó que los dos equipos regresaran al campo de juego para definir la serie por penales. El Morelia quedó eliminado y el América destrozó a los Pumas en la final.

Pero los imperios decaen. Los poderes se debilitan. Lo que antes era fuerza, hoy es flaqueza. El América sigue siendo el equipo más importante y odiado de México, pero sus músculos flaquean. El lunes por la noche, la Comisión Disciplinaria de la Federación le quitó a los de Coapa los tres puntos que deportivamente habían ganado en la cancha contra el Atlas en el Jalisco, el sábado anterior.

¡Histórico!

Un error administrativo permitió que Federico Viñas hiciera el viaje a Guadalajara, aunque después no fuera elegible para jugar, y sin estar registrado para el partido, calentó antes del juego, se sentó en la banca con sus compañeros y terminó siendo el chivo expiatorio para darle el triunfo a los Rojinegros por tres a cero, decretándose la alineación indebida. Aquí, me parece, hay gato encerrado. Hay nuevos mandos en el futbol nacional y al Atlas hay que protegerlo para que no desembolse una millonada al final del torneo. Son los tiempos de Irarragorri, Salinas, Grupo Orlegi, etc. La corrupción no se crea ni se destruye, sólo cambia de manos…

POR JORGE MURRIETA.
@JORATLA

dza