Las campañas federales y locales de este año difícilmente se pueden explicar bajo la lógica de las identidades partidistas. La candidata de Morena en Nuevo León viene de ser alcaldesa del PRI, el candidato a la alcaldía de Monterrey viene de ser senador del PAN. Los candidatos de MC en Colima y Campeche eran panistas. El candidato de Morena en Sonora fue antes priista y luego panista. Los tres enemigos históricos (PRI, PAN y PRD) ahora van juntos en la boleta, el presidente del PAN abrió las puertas de su partido a los morenistas que se quedaran sin candidaturas… y la lista podría seguir.
En la mayor parte del país, las identidades partidistas no existen. No sorprende, pues, que la gente esté intentando descifrar nuevas formas de tomar una decisión en la próxima elección de junio.
Pero hay una elección, en medio de todo este caos, que me parece interesante justo por lo alejada que está de esta lógica borrosa. Me refiero a la elección de la gubernatura de Chihuahua. Ahí, los tres candidatos principales parecen sacados del libro de texto de lo que significa una carrera de partido.
Maru Campos, candidata del PAN, es miembro del partido desde los 22 años. Fue secretaria juvenil del partido en Chihuahua, funcionaria del gobierno calderonista, diputada local, diputada federal y alcaldesa de la ciudad de Chihuahua en dos ocasiones. Todo bajo las siglas de Acción Nacional.
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Graciela Ortiz González, candidata del PRI, ha militado toda su vida en dicho partido. Fue diputada local, diputada federal y senadora priista, fue Secretaria de Acción Electoral y Secretaria General del CEN del partido, fue presidenta del PRI en Chihuahua y Secretaria General de Gobierno con el exgobernador César Duarte.
Juan Carlos Loera, candidato de Morena, inició su carrera partidista como militante fundador del partido. Fue Secretario General de Morena en el estado, miembro del CEN del partido, diputado federal y superdelegado del gobierno de López Obrador en Chihuahua.
Resulta ya hasta extraño leer carreras como estas, de personas que se formaron en una institución partidista desde su juventud, cuando los partidos sí tenían escuelas de cuadros, y continuaron ahí durante décadas… o que participaron en la fundación de un partido nuevo recorriendo pueblos para afiliar militantes.
Cada uno de ellos representa de manera sólida a un partido, pero también una forma de hacer gobierno. Los tres candidatos pueden ser vinculados claramente con personajes de la vida pública, con presidentes y expresidentes, gobernadores y exgobernadores que tienen una historia y tienen resultados, positivos y negativos, que dan contexto a sus candidaturas. Cada uno de los candidatos ha sido parte de la historia del país y ha expresado posiciones políticas con su militancia.
Este contexto, estas historias y estos personajes, son señales en el mapa que orientan a los ciudadanos a la hora de emitir un voto. Esas señales son un lujo que la mayoría de los ciudadanos del país no tiene.
Chihuahua debe servir como referente, no necesariamente de que los partidos dan como resultado buenos candidatos, sino de que esa claridad y esas etiquetas sí sirven de algo.
POR FERNANDA CASO
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avh