COLUMNA INVITADA

Suicidio a favor de la paz

Los llamados a predicar el amor para evitar la violencia, no llegan a oídos de los criminales

OPINIÓN

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Manelich Castilla Craviotto / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Amos Oz decía que el amor no es la virtud a través de la cual se resuelvan los problemas internacionales. Que para ello eran necesarias otras virtudes como el sentido de la justicia, el sentido común, imaginación, habilidad extrema para imaginar al otro, “ponernos a veces en la piel del otro”. [Contra el fanatismo, 2002].

Todo país ha sufrido, en mayor o menor medida, los estragos de la pandemia. Las transformaciones que experimenta la humanidad son de tal magnitud que tardaremos en comprenderlas. Éste proceso es estresante y ha generado una ola histérica que salpica por doquier.

Contrario a otras tragedias, ejercer solidaridad ante la pandemia se ha tornado complejo. Hay quienes viven el encierro como muestra de respeto hacia los demás; como medida extrema pero necesaria para conservar la salud. Sin embargo, en algunos de ellos se ha despertado un peligroso rencor contra quienes, por razones varias, no siguieron el mismo camino.

Otros se han tornado celosos vigilantes del cumplimiento de las normas de sano distanciamiento, no para evitar contagios, sino para reafirmar un sentimiento autoritario que yacía adormecido.

La delincuencia ha mostrado su peor cara. Mientras los gobiernos empeñan estado de fuerza policial y militar a tareas propias de la emergencia sanitaria, los criminales aprovechan los vacíos y disputan a sangre y fuego puntos de venta o la “exclusividad” para secuestrar, extorsionar, extraer y traficar combustible, etc., desafiando el anhelo de un México en paz.

El crimen trasnacional que se pensó estaría limitado en actividades como el envío desde Asia de precursores para la elaboración de fentanilo, se mantuvo e incrementó la violencia en sus operaciones, como dejó al descubierto un reportaje de Óscar Balderas para MVS Radio en su espacio “Nación Criminal”.

Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran una disminución en delitos del fuero común en 2020, explicado por el encierro de millones. Empero, tan solo al mes de septiembre, la delincuencia había generado más de cuarenta masacres. 2021 no pinta distinto, como ejemplo, la muerte de 19 migrantes en Camargo, Tamaulipas.

Los llamados a predicar amor para evitar violencia parecen no llegar a oídos de los grandes grupos criminales. La hoja de ruta hacia el sentido de la justicia, el sentido común, la imaginación y habilidad para ser empáticos con el otro, luce borrosa, a juzgar del encono que a diario atestiguamos en medios y redes.

Es momento de hacer valer el peso de las instituciones, públicas y tradicionales, como la familia. De reflexionar sobre las palabras de Amos Oz:

“Se requiere la capacidad racional de comprometernos y, a veces, de hacer sacrificios y concesiones. Pero no se requiere que nos suicidemos a favor de la paz”.

Influir positivamente en el comportamiento social en tiempos pandémicos es difícil, no imposible. No rectificar la estrategia contra el crimen, eso sí, es un suicidio a favor de la paz.

 

POR MANELICH CASTILLA
COLABORADOR 
@MANELICHCC

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