LA ENCERRONA

¡Ya basta!

Muy posiblemente, la historia de Mariana será sustituida por otra historia de terror igual o peor de otra mujer mexicana. No podemos seguir así

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hablar de la inseguridad en México se ha convertido en el pan de cada día. Entre homicidios, desapariciones, robos, secuestros y un largo y triste etcétera. Podemos observar que desde la sociedad se ha perdido la capacidad de asombro ante la oscura cotidianidad que vivimos y, por parte de los gobiernos, no existe una estrategia certera que minimice esta lastimosa problemática que vivimos los mexicanos.

En este sentido, debemos enfocarnos en las violencias en contra de las mujeres que cada vez son más visibles, alarmantes y dolorosas. Somos un país donde son asesinadas 10 mujeres por día, y en donde no prosperan las investigaciones en casi 90% de los casos, es decir, vivimos en una nación plagada de machismo, en la cual se normaliza la violencia en contra de la mujer, donde se revictimiza y se trata de culpar a las afectadas y en un Estado en donde reina la impunidad. Salir a la calle a estudiar, trabajar, divertirnos o realizar deportes se han vuelto acciones de alta peligrosidad para las mexicanas.

En la actualidad, ya de manera lacerante se dice: “el turno es para…” Y es que después lo que se ha vivido con Wendy, Jessica, Erika, María... y miles de mujeres en situación de desaparición forzada y otras tantas que han sufrido lo más álgido de la violencia, como los feminicidios, hoy, a la dolorosa lista de las familias enlutadas de nuestro país se inscribe el nombre de Mariana Sánchez Dávalos, de sólo 25 años, quien fuera recién egresada de Medicina de la Universidad Autónoma de Chiapas, quien cumplía con su servicio social en una comunidad indígena del municipio de Ocosingo, desde agosto de 2020.

El caso de Mariana evidencia dos cosas: la primera es el método de asignaciones para prácticas profesionales, servicio social e internados que tiene el sistema de Salud, una “meritocracia” anquilosada y que pone en riesgo a miles de practicantes de medicina alrededor del país. Y, la segunda y más evidente, es la manera en que las autoridades chiapanecas hicieron caso omiso a las advertencias que interpuso acerca de que un compañero del internado la acosaba; cuando su cuerpo fue hallado sin vida en su “cuarto” asignado por la clínica donde brindaba su servicio, no se siguieron los protocolos correspondientes y, sin autorización de los familiares (la madre de Mariana), lo cremaron sin dar explicación; la carpeta de investigación fue cerrada con la conclusión de “supuesto suicidio” y; claro está, el principal sospechoso sigue en libertad.

Sólo gracias a la insistencia de la madre de Mariana, al clamor de colectivos feministas y de gran parte de la sociedad, dicha carpeta se reabrió para dar paso a las investigaciones necesarias para esclarecer que el deceso de Mariana fue, en realidad, otro caso más de feminicidio y no suicidio, como lo quieren hacer ver. Así pues, hoy México se vuelve a convulsionar ante el caso de Sánchez Dávalos, quien yace en una urna sin un dejo de justicia en el horizonte. Sin embargo, quizá lo más triste de esto es que muy posiblemente, la historia de Mariana será sustituida por otra historia de terror igual o peor de otra mujer mexicana. No podemos continuar así, ¡ya basta!

 

POR ADRIANA SARUR
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 @ASARUR

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