COLUMNA INVITADA

La creación del gobernador de Palacio Nacional: El gasto en el lugar equivocado, aprendamos del pasado

La creación de esta nueva unidad administrativa no responde a una congruencia presupuestal, sino a una decisión coyuntural avalada desde el imaginario presidencial y a la imperiosa necesidad de recrear pasajes históricos de un México de siglos atrás

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez Anzures / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Los gobiernos, así como cada administración siempre tienen un sello identitario que los ayuda a ser reconocidos y en su caso, a transmitir la esencia de sus acciones. Lo anterior no es nada nuevo y será algo que seguirá pasando, sobre todo, en un país con una larga tradición presidencialista como este.    

Estos preceptos pueden fundamentarse en un documento enviado a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), en donde se ha dado a conocer que AMLO ordenó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP) crear una nueva plaza, cuyo titular, será designado por el mismo y habrá de ser nombrado como Gobernador de Palacio Nacional. 

En el acuerdo se indica que el titular de esta área tendrá la función de supervisar las condiciones físicas de las instalaciones en las que el Ejecutivo Federal resida. De igual forma, dará seguimiento y en su caso, ejecutará las instrucciones del presidente relacionadas con la protección, conservación, restauración y/o mantenimiento a las instalaciones a que hace referencia esta iniciativa. 

Todo esto va en contrasentido a un simbolismo que el mismo presidente ha tratado de refrendar sustentado en la racionalización del gasto público ya que no es el origen de esta nueva figura administrativa lo que en realidad pudiera criticársele, sino el propósito y, sobre todo, la manera de llevarlo a cabo. Sin ser el momento propicio para ello, tomando en consideración la Pandemia del COVID-19 y la urgencia de destinar más recursos económicos a otra clase de tareas más apremiantes.   

La creación de esta nueva unidad administrativa no responde a una congruencia presupuestal, sino a una decisión coyuntural avalada desde el imaginario presidencial y a la imperiosa necesidad de recrear pasajes históricos de un México de siglos atrás.  

En un pasado mucho se hablo al respecto durante décadas sobre el excesivo gasto y enorme manto de opacidad que giraba en torno a la manutención y administración de la residencia oficial con los anteriores presidentes, de ahí la propuesta de López Obrador durante su campaña electoral de dejar la residencia oficial de los pinos y trasladarse al actual palacio de gobierno. En la actualidad, pareciera que la lección histórica no se ha aprendido y ahora será el palacio nacional el que habrá de gozar de dichos privilegios.  

Solo para precisar, nadie está contra de que este recinto histórico sea preservado y atendido a través de la reasignación de los recursos públicos, como se venía haciendo a través de otras instancias gubernamentales. Lo que se está señalando es que se destinen más recursos a la presidencia de la república para un propósito en cuya esencia no radica mayor productividad que el simbolismo personal del presidente.  

México ya ha pasado por muchos episodios similares en donde siempre figuraba una apreciación decimonónica del ejecutivo y no una razón de estado. La estela de luz un ejemplo de ello.  El presidente debe evitar el regreso a estos pasajes para evitar el escarnio y el señalamiento público.  

POR  LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES,
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

avh