MALOS MODOS

El sueño de una mañanera diferente

Todos sabemos que nada le gusta más a nuestro Presidente que ser él mismo, pero con audiencia, de esto trata el sexenio. Completito

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hombre, sí. Pudo haber aparecido en la mañanera del lunes, la primera después de su confinamiento, con un cubrebocas. ¿Recitar un mea culpa, aceptar sus errores? No, por dios. Ni pensarlo. No vayamos tan lejos. Pero, después de haber padecido los efectos de esa enfermedad terrible, incluidas en su caso las visitas del padre Solalinde, y –supongo– de haber sufrido al menos por un instante el vértigo de la incertidumbre, esa duda de si el virus te va a pegar a la mala –porque puede hacerlo incluso cuando, como sin duda le pasó a él, te tratan los mejores médicos, con todo el equipo necesario a tu disposición–, después, ya les digo, de esa concesión íntima a la fragilidad, podía haber mandado un mensaje mínimo de solidaridad, de comprensión, de prudencia, con la mascarilla, y de paso, sin decirlo, con ese gesto, ese mensaje no verbal, comunicarnos mudamente que sí, que es capaz de recapacitar.  

También podría haber amortiguado un poco su beligerancia. De nuevo, no se trataba de que hiciera un balance generoso y objetivo de las obras de Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín; de que hablara de sus aportaciones a la Historia, de su influencia como columnistas políticos, de sus buenos oficios como editores y promotores culturales. Claro que no. Tampoco se trataba de que hiciera las loas de la prensa crítica, de su necesidad para la democracia, háganme el chingao favor. Pero podía haberse ahorrado las descalificaciones y las etiquetas de “conservadores”, y las acusaciones sin pruebas de corrupción, y jugar al buen samaritano, a “El amor de Dios habla a través de mí”, como de pronto le nace, y tratar de vendernos lo de “Este es un momento de solemne tristeza. Respetémoslo todos juntos”, aunque en un par de días volviera a tirarse a la yugular de cuanto díscolo.

     También podría haber marrullereado un poco con la reforma eléctrica. Ya saben: “Claro que estamos dispuestos a discutirla con el sector privado”, blablala, y luego dejarle la cancha libre al licenciado Bartlett, que es su verdadero querer.

Claro que podía haber hecho eso. Eso y más. Por ejemplo: decir taxativamente que la 4T no transige con violadores, pero que él no puede meterse con los procesos de selección de candidatos, para luego seguir dándole el espaldarazo que todos sabemos que le da y le dará a Salgado Macedonio.

Pero hacer eso hubiera le hubiera significado al presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador, dejar de ser él mismo por un rato, cuando llevaba 15 días siendo él mismo, sí, pero a solas, confinado, y así qué chiste. Porque todos sabemos que nada le gusta más a nuestro presidente que ser él mismo, pero con audiencia. De esto trata el sexenio. Completito. Desde el principio. Al precio que sea.

Así que, perdón: no se vale decepcionarse.

 

POR JULIO PATÁN
JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 
@JULIOPATAN09

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