ANÁLISIS

La mentalidad antivacunas

Diversos grupos, incluso de índole religioso, confunden a la población en momentos de emergencia y de solidaridad global

OPINIÓN

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Rodrigo Guerra López / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El COVID-19 llegó para quedarse. Los reportes anunciando que la enfermedad causada por el virus se torna endémica se multiplican en diversos países. La variante Ómicron ingresa en la selecta lista de variantes de preocupación de la OMS.

Su alta capacidad de contagio y expansión se debe a que una de las 26 mutaciones que posee en la proteína pico (spike), es decir, en la proteína que permite que el virus se “enganche” a nuestro cuerpo, es particularmente capaz de asociarse a un nuevo huésped.

Mientras esto sucede, las personas y los grupos comprometidos con la mentalidad antivacunas continúan difundiendo pseudociencia y desorientación entre la población. La evidencia se acumula a favor de que la vacunación, con refuerzo incluido, el uso de cubrebocas, la sana distancia y la higiene del cuerpo son medidas necesarias para contener los contagios y las eventuales muertes.

Sin embargo, con la pasión típica de la mentalidad sectaria, los antivacunas se erigen en maestros iluminados, endogámicos y autorreferenciales.

Desprecian los protocolos de investigación científica —siempre abiertos a las objeciones, pruebas y contrapruebas—, y privilegian los videitos —de pésima factura— en donde algún supuesto científico, vestido con bata blanca, arroja aseveraciones más cercanas a los Expedientes X que a la discusión racional estricta, tal y como se da en las publicaciones científicas reales, con arbitraje doble ciego, y otras medidas de control y verificación.

La mentalidad antivacunas se vuelve aún más peligrosa, cuando se mezcla con motivaciones pseudorreligiosas, que curiosamente coinciden, en muchos casos, con los grupos más cercanos a las teorías de la conspiración, la sospecha y crítica hacia el papa Francisco, y la simpatía explícita o encubierta por fórmulas políticas de ultraderecha.

Escudándose en que la Congregación para la Doctrina de la fe ha afirmado en el documento, que publicó justamente hace un año sobre la ética de las vacunas, que es posible que una persona pueda abstenerse moralmente de aplicársela, algunos católicos de manera manipuladora olvidan que en el mismo documento, y en el emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano, se hace énfasis en que la no aplicación sólo puede ocurrir cuando hay graves razones en materia de conciencia y se cuenta con la capacidad de aplicar medidas profilácticas estrictísimas, que eviten realmente el volverse un peligro para sí mismos y para el prójimo.

La Pontificia Academia para la Vida, uno de los cuerpos científicos más serios y reconocidos del mundo, y la Comisión vaticana COVID-19, han publicado, poco antes de Navidad, un nuevo llamado a una vacunación equitativa, y han denunciado el negacionismo ideológico que existe en algunos sectores que desconfían de la ciencia y apuestan por la irracionalidad. 

Esperamos, de corazón, que en el año 2022, el pensamiento mágico ceda ante las razones de la ciencia y de la auténtica cultura de la vida.

Esperamos que los creyentes, especialmente católicos, recuperen la conciencia de que la fe tiene en la ciencia a una aliada, y que esta convicción es parte de la verdadera enseñanza de la Iglesia católica contemporánea.

POR RODRIGO GUERRA
SECRETARIO DE LA COMISIÓN PONTIFICIA PARA AMÉRICA LATINA
RODRIGOGUERRA@MAC.COM

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