Mientras el presidente López Obrador ya ha decidido sobre la sucesión dentro de Morena en favor de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal siguen girando en torno a la posibilidad de que la elegida caiga en desgracia y alguno de ellos pueda ocupar su lugar en la preferencia del caudillo.
Pero, en tanto la dinámica oficialista alimenta este teatro de simulaciones y golpes bajos, la oposición busca encontrar un candidato capaz de enfrentar a la nueva maquinaria político–electoral del morenismo y su líder.
El grado de deterioro de PRI-PAN-PRD ha sido notable a pesar de los resultados positivos de la elección de este año. Si las alianzas estatales han funcionado, la idea de un bloque unido contra Morena y aliados en 2024 es más una ilusión que un proyecto en construcción. El eje de esta posible coalición es el peligro de que el sistema de democracia representativa con el Instituto Nacional Electoral autónomo y división de poderes, sea sustituido por una nueva hegemonía del nacionalismo revolucionario alrededor de su nuevo líder, AMLO.
Sin embargo, la fractura dentro de los partidos y sus pugnas internas han puesto este interés superior en segundo plano. La disputa por el o la candidata que represente el antilópezobradorismo, pone en segundo plano la importancia de elaborar una estrategia racional capaz de derrotar a la nueva maquinaria de Estado construida en estos últimos tres años de gobierno.
Y así se lanza al ruedo a Alito Moreno, cuestionando la figura de un joven político como Luis Donaldo Colosio Riojas, que apuesta al recuerdo de su padre en una estrategia suicida de Movimiento Ciudadano y un intento por imponer a su candidato como única opción con posibilidades de derrotar a quien finalmente imponga López Obrador como su abanderado(a) en Morena.
Figuras que al círculo rojo le parecen legítimas y viables, como Enrique de la Madrid, no son vistas con buenos ojos por la nomenclatura tripartita.
Acción Nacional como fuerza mayoritaria de la oposición vive un momento de cuestionamientos internos por parte de liderazgos que han sido excluidos y sin los cuales difícilmente el partido puede operar una candidatura de unidad opositora que aglutine a un movimiento amorfo y difícil de identificar y cuyo único objetivo es echar a Morena de la Presidencia de la República.
Más que programas de gobierno y alternativas de país a construir, lo que está en juego para el año 2024 es si tendremos un presidente de continuidad del neo-nacionalismo revolucionario obradorista, u otro que por lo pronto ofrezca dar marcha atrás a una estrategia fallida que ha generado más pobreza sin crecimiento económico. En esas estamos.
POR EZRA SHABOT
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