TRES EN RAYA

El concurso de la rendición

Época de advenedizos, de quienes callan, asienten a las ocurrencias y caprichos del que detenta el poder

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Época de advenedizos, de quienes callan, asienten a las ocurrencias y caprichos del que detenta el poder; hay los que hasta olvidan su responsabilidad como garantes de la Constitución y del Estado de Derecho.

Duele ver a una senadora —representante del interés de los ciudadanos— hablando por el Senado como órgano y no en nombre de los electores y población. Asumiendo, además, la posición política de una bancada en lugar de representante del interés general, pero disfrazándola de voz de ex integrante de la Suprema Corte de Justicia.

Alegando que no se puede siquiera discutir el “decretazo” en la Cámara Alta porque este no atenta contra el Senado mismo. Máxime cuando ella, en su época de ministra, sostuvo una controversia constitucional, acreditando el interés legítimo del Poder Legislativo para combatir un acuerdo presidencial muy similar al que hoy se quiere debatir.

Hoy que es presidenta del Senado niega la posibilidad de discutir de forma ordenada y bajo el amparo de la ley dicho decreto del Ejecutivo Federal. 53 senadores —cifra de legisladores nada despreciable— lo están pidiendo, pero ha hecho de oídos sordos.

Sánchez Cordero no permite el acceso a la justicia para los ciudadanos a través de sus representantes en las distintas entidades federativas. Lo que debatan y concluyan nos impactará a todos como mexicanos.

¿Qué sucedió con aquella aguerrida ministra de justicia hoy actuando como tapete?, ¿en qué momento devino en aquella triste comparsa del presidente, antes en Gobernación y ahora en el poder legislativo? Ha tenido la oportunidad perfecta para utilizar el bagaje jurídico/legal que tiene y ha preferido manipular la lectura del caso. Decidió tirar sus conocimientos y su prestigio por la borda con tal de agradar al inquilino de Palacio Nacional, pues no fundamentó adecuadamente su posicionamiento. A nadie serio convence, ni a la gente sensata que simpatiza con López Obrador (los hay, aunque usted no lo crea).

Pensándolo bien, no es la primera vez que Olga Sánchez Cordero demuestra que más allá de proteger la ley y la justicia, puede comportarse como una veleta. Basta recordar su actuación cuando, siendo ministra, sostuvo que no había evidencias de que el entonces gobernador Mario Marín participara en la violación de los derechos de Lydia Cacho.

Años después retorna a decisiones cuyas implicaciones son mucho más profundas y lastimosas. Anula a una parte del poder legislativo. Erosiona la autonomía de los poderes y en ello muestra una genuflexión absoluta al poder ejecutivo.

Es vergonzoso que su respuesta a Lilly Téllez fuese solo vía redes sociales y no en la misma palestra legislativa de debate. Por cierto, la palabra “sinvergüenza” no es una peladez; es un adjetivo calificativo que denota una persona que se comporta de forma inmoral o que se conduce sin respeto y con descaro, igual que lo hace Sánchez Cordero.

Tal vez alguien deba explicarle que su decisión de no permitir el debate es un despreció profundo hacia las instituciones y los derechos de todos los mexicanos. Es irrespetuoso hacia su investidura y hacia el Senado que preside.

Muchos de los miembros de la 4T han olvidado que representan a la ciudadanía, no solo a López Obrador. Han trastocado sus obligaciones para convertirse en un corifeo ante los caprichos y señalamientos emitidos desde Palacio Nacional. Y Olga lleva la delantera en el concurso de genuflexión; su rendición así lo demuestra.

POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

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