LA ENCERRONA

Importa el CIDE, importa la educación

No encuentro la lógica de los ataques punzantes del Presidente a las universidades. Hoy, la comunidad universitaria de todo México debe estar unida

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

"La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo", Nelson Mandela.

No es un secreto que el sector educativo, en todos sus niveles, mantienen una agenda concisa, planes de estudio determinados, escuelas de pensamiento definidas, plantillas docentes -habitualmente- homogéneas y dotadas de libertad de cátedra. Esto permite que en el nivel básico y de media superior exista una educación similar para todas y todos los educandos -ya sea en instituciones públicas o privadas-, es decir un piso mínimo de conocimiento, lo que hace posible un acceso -medianamente- equitativo al nivel superior (más allá de las desigualdades económicas y sociales que impiden la entrada a este nivel educativo de millones de jóvenes).

Situándonos en el nivel superior de enseñanza, en la Universidad (del latín universitas, es decir “universalidad”, “totalidad”), espacio para proporcionar conocimientos especializados en las distintas ramas del saber y, por antonomasia, el lugar en donde se genera y se comparte el conocimiento y la criticidad de los individuos, también existen las tendencias y corrientes de pensamiento. Los hubo cuando López Obrador estaba en la universidad y los habrá para nuestros descendientes. No está mal que estas corrientes existan, incluso es deseable, porque precisamente esto es lo que dota a las y los estudiantes de entendimientos capaces de discernir.

En este tenor, tampoco es un misterio que las universidades implementan ciertas corrientes de pensamiento a su malla curricular, lo que incluso resulta ser su diferenciador dentro de la oferta educativa, cito algunos ejemplos (muy generales): si se quiere ser especialista en el tema del campo con visión social, inmediatamente pensará en la Universidad Autónoma de Chapingo; si lo que se prefiere es ser un emprendedor con visión de alta empresa, seguro pensará en el Tec; si lo que prefiere estudiar son las ciencias sociales, es más probable que busque un lugar en la UNAM, el Colmex, el CIDE o alguna otra universidad pública en todo el país.

Con esto no quiero decir que las universidades privadas no egresen a excelentes científicos sociales o que la universidad pública no forme arquitectas, médicos y emprendedores de alta calidad. Lo que refiero es que no encuentro la lógica de los ataques punzantes a las universidades por parte del presidente. Primero fue el ITAM, le siguió la UNAM (su alma mater) y ahora el turno es para el CIDE. A todos los ha tildado de “neoliberales, conservadores, generadores de elites academicistas... de derechizarse”. Una discusión bizantina que solo mella, por un lado, la autonomía universitaria y, por otro, a la ciencia y tecnología del país.

Atacar a la universidad es atacar a la educación. Así como dicen las pancartas fuera del CIDE y las etiquetas en redes sociales #YoDefiendoAlCIDE, esperemos que defendamos a la autonomía universitaria, a la libertad de cátedra, a la ciencia y a la tecnología. Defendamos la educación como un valor fundamental de todas y todos los mexicanos. Hoy la comunidad universitaria de todo México tiene que estar unida ante estos intentos de debilitar a las universidades y centros de investigación. Debemos tener en cuenta que sin instituciones de enseñanza de calidad, el país no tendría rumbo ni la ciudadanía podría acceder a la movilidad social y tampoco se podría pensar en el desarrollo nacional. 

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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