COLUMNA INVITADA

Democracias y autocracias

Hay que fortalecer a las democracias con resultados, especialmente proporcionando un mínimo de seguridad económica y social a todos los ciudadanos. Hay que adoptar políticas públicas incluyentes, especialmente de los jóvenes y las mujeres

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En una de sus más famosas sentencias, Winston Churchill afirmó que “la democracia es el peor sistema de gobierno, con excepción de todos los demás”. Con ello quiso decir que los regímenes democráticos pueden tener deficiencias, ya sea por la forma en que fueron construidos, por la manera en cómo operan en la práctica, por su incapacidad para satisfacer las expectativas de todos los ciudadanos, o en su lentitud para identificar e implementar soluciones oportunas a los retos que aquejan a una sociedad determinada. Con todos sus defectos, Churchill prefería a los sistemas democráticos de gobierno que a las autocracias que, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, “es la forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”.

Todos los auténticos demócratas que han existido y existirán, están convencidos que la concentración del poder en una sola persona, en cualquier sociedad, inevitablemente lleva a la pérdida de libertades básicas, como la libertad de expresión y difusión de ideas, la de asociación, la de culto y la de vivir sin temor a ser perseguido. La concentración del poder en una sola persona destruye el estado de derecho, las instituciones republicanas, y produce graves violaciones a los derechos humanos. Las más graves tragedias del siglo pasado están ligadas a regímenes autocráticos. Las democracias son, en última instancia, los únicos regímenes que respetan la dignidad intrínseca del ser humano.

Quizá por ello, cuando se instala en el poder un autócrata lo primero que hace es asegurar que es un verdadero demócrata. Como decía el politólogo italiano Giovanni Sartori, las más abyectas dictaduras siempre buscan vestirse con el ropaje de la legitimidad democrática. Ante la evidencia de que carecen de origen democrático, o que una vez en el poder eliminan los procedimientos democráticos para tomar decisiones, las autocracias casi siempre recurren al expediente de darle un adjetivo a su forma de gobierno: se autonombran como democracias “del pueblo”, “popular” o “participativa”.

Los gobiernos autocráticos se autodefinen como Repúblicas Democráticas o Populares para subrayar que gobiernan en nombre del pueblo, aunque desde luego nunca hayan consultado al pueblo a través de elecciones limpias. O aún peor, que habiendo alcanzado el poder por la vía electoral, una vez instalados en la cúspide se comporten como dictaduras, concentrando todo el poder en sus manos, eliminando en la práctica la división de poderes, sometiendo a los órganos autónomos del estado, combatiendo la existencia misma de otras formaciones políticas, asfixiando a una prensa libre o a una sociedad civil actuante.

Cada año se publican en el mundo una serie de informes sobre el estado de las democracias en el escenario global. Destacan el Índice de Democracia Global que publica The Economist, https://pages.eiu.com/rs/753-RIQ-438/images/democracy-index-2020.pdf, y El estado de la democracia en el mundo, elaborado por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), que tiene su base en Suecia https://www.idea.int/es/nuestro-trabajo/que-hacemos/el-estado-de-la-democracia-en-el-mundo A nivel latinoamericano, contamos con el Latinobarómetro que, desde hace más de veinte años, estudia las actitudes de los ciudadanos de los países de la región hacia la democracia y los regímenes no democráticos. https://www.latinobarometro.org/lat.jsp

El Informe de IDEA, publicado hace unos días, tiene malas noticias para el avance de la democracia en el mundo. Subraya que en los últimos dos años hay retrocesos democráticos en naciones en todas las regiones del planeta, incluso en países como Estados Unidos, considerado desde siempre como uno de los baluartes de la democracia. Esta situación contrasta con el optimismo de principios del milenio, cuando el futuro para las democracias lucía promisorio. “La voluntad del pueblo como la única forma legítima de autoridad parecía ser un ideal muy popular que se extendía rápidamente”, se afirma en la introducción al documento. Pero ya no hay razones para el optimismo. La crisis financiera de 2008-2009 interrumpió esa tendencia, y la pandemia que seguimos padeciendo está siendo utilizada por diversos gobiernos con tendencias autocráticas, como pretexto para reducir las libertades. Hay razones para preguntarse si la expansión de la democracia de los últimos setenta años ha llegado a su fin, enfatiza este Informe.

El panorama es preocupante. La calidad de la democracia en muchos países se ha deteriorado. En otros, gobiernos y actores políticos con tendencias autocráticas, han adoptado la estrategia de lanzar ataques sostenidos y deliberados contra las instituciones básicas de la democracia. Al mismo tiempo, gobiernos autoritarios establecidos hace tiempo, están intensificando sus prácticas represivas, con intentos muy evidentes de silenciar a sus críticos.

De acuerdo con IDEA, son muchas las causas del debilitamiento de las democracias, entre las que menciona la polarización y la desinformación deliberada que impulsan algunos líderes, misma que por provenir del poder tiende a ser multiplicada por las redes sociales. La desigualdad económica y social, evidenciada en las mismas redes sociales y en los medios, se han ampliado aún más por la pandemia. En otras ocasiones, los ciudadanos han perdido la fe en la habilidad de sus instituciones democráticas para responder a sus demandas básicas en materia de salud, trabajo decente, seguridad, y un horizonte más promisorio. La mayoría de los ciudadanos están hartos de la corrupción.

Algunos eventos de impacto global han contribuido a erosionar la fe en la democracia en lo que va del siglo, como fueron la guerra ilegal en Irak, la crisis financiera de 2008, e incluso el ataque al Congreso de Estados Unidos el pasado 6 de enero por los partidarios de Trump. Todo ello, mientras gobiernos autoritarios presumen su supuesta eficacia para detener a la pandemia en sus territorios.

La gran preocupación de este Informe es el futuro de la democracia en países de enorme peso internacional, como Estados Unidos, India y Brasil, que han sido víctimas de líderes nacionales populistas y autoritarios. También preocupan los casos de Hungría, Polonia y Eslovenia en Europa, y la reciente consolidación de la dictadura autoritaria en Nicaragua, que se suma a las dictaduras en Cuba y Venezuela.

Los gobiernos con inclinaciones autocráticas debilitan los contrapesos y las libertades de expresión y asociación, con reformas que fracturan el estado de derecho y el espacio cívico. Gobiernos democráticamente electos adoptan tácticas autoritarias, contando muchas veces con apoyo popular. También preocupan los cuestionamientos, sin base o evidencia alguna, dice el Informe, a la integridad de las instituciones electorales, como las que hiciera Trump durante la campaña de 2020, o las que han hecho los presidentes de Brasil, México, Myanmar y Perú, entre otros.

No todo son malas noticias. El Informe también apunta tendencias alentadoras, en especial que en muchos países se realizaron elecciones transparentes a pesar de las restricciones impuestas por la pandemia.

Los retos para los demócratas en todo el mundo están muy claros. Hay que fortalecer a las democracias con resultados, especialmente proporcionando un mínimo de seguridad económica y social a todos los ciudadanos. Hay que adoptar políticas públicas incluyentes, especialmente de los jóvenes y las mujeres. Pero también hay que dar el debate democrático a los líderes autocráticos. Hay que recordar a los pueblos que ningún líder iluminado, ningún hombre fuerte, ha logrado nunca resolver la desigualdad y las grandes carencias económicas y sociales respetando, al mismo tiempo, la dignidad y libertad del ser humano. A los autócratas hay que enfrentarlos porque dejados a su propia evolución tarde o temprano se convierten en la peor desgracia para sus naciones.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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