COLUMNA INVITADA

Las decisiones en materia de infraestructura que adoptemos hoy definirán el clima del mañana

Entre las respuestas, figuran medidas como integrar soluciones basadas en la naturaleza, usar materiales y métodos de construcción sostenibles

OPINIÓN

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Grete Faremo / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los efectos del cambio climático, desde el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos, pasando por la desestabilización de las economías, hasta la inseguridad alimentaria e hídrica, ya están afectando a las comunidades de cada país y continente. No son pronósticos: está sucediendo ahora mismo.

Todavía hay tiempo para actuar, pero debemos hacerlo de manera urgente.

Sin embargo, aunque los dirigentes de todo el mundo coinciden en la necesidad de redoblar los esfuerzos para hacer frente a esta emergencia –mientras siguen las negociaciones en la COP26–, un aspecto clave contra el cambio climático rara vez recibe la atención que merece.

La infraestructura, desde viviendas y hospitales, hasta carreteras y centrales eléctricas, influye en todos los aspectos de la vida. Es una cuestión fundamental para definir el clima del futuro. No obstante, como su rol se suele pasar por alto, se toman decisiones que perpetúan las emisiones de carbono durante décadas y, por lo tanto, impiden la transición hacia un futuro sin emisiones.

Según un nuevo informe –publicado de manera conjunta por UNOPS (la oficina de las Naciones Unidas especialista en infraestructura), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad de Oxford–, la infraestructura es responsable de 79% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero y 88% de los costos totales de adaptación.

Ante este panorama, podemos optar por inversiones en infraestructura que permitan un futuro más sostenible, resiliente e inclusivo, de conformidad con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

La cuestión no se trata de qué infraestructura necesitamos, sino en cómo transformamos la manera en que la planificamos, construimos, gestionamos y usamos en favor de un futuro sostenible.

Entre las respuestas, figuran medidas como integrar soluciones basadas en la naturaleza, usar materiales y métodos de construcción sostenibles y mejorar el rendimiento energético. Estas medidas, a su vez, pueden tener efectos positivos en otros sectores relacionados con el funcionamiento de los edificios.

Los sistemas de infraestructura están interrelacionados y se construyen para ser duraderos. Cuando los gobiernos y las empresas no tienen en cuenta estos aspectos, la base resultante no suele apoyar la acción por el clima.

Ahora que el mundo intenta recuperarse del COVID-19, la infraestructura ofrece una oportunidad de reconstruir las economías y, al mismo tiempo, apoyar los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático. Las recompensas son muchas: según el Banco Mundial, en países con medianos y bajos ingresos, el beneficio de invertir en infraestructura resiliente ascendería a 4.2 billones USD, una ganancia de 4 USD por cada dólar invertido.

Mientras el planeta se une a fin de lograr un futuro con cero emisiones netas, debemos exigir que se tomen las decisiones adecuadas para que el mañana sea más sostenible.

*Artículo publicado originalmente en The Hill (Estados Unidos)

POR GRETE FAREMO
SECRETARIA GENERAL ADJUNTA Y DIRECTORA EJECUTIVA DE UNOPS, LA OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS ESPECIALISTA EN INFRAESTRUCTURA Y ADQUISICIONES

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