TIEMPO DE INFRAESTRUCTURA

Un plan nacional, para crecer

Vale la pena analizar si conviene mantener la apuesta a los programas sociales o apoyarse en un plan de infraestructura nacional que pudiese generar mayor beneficio al sector social

OPINIÓN

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Ernesto Beltrán Nishizaki / Tiempo de infraestructura/ Opinión El Heraldo de México

A nivel mundial, los países han desarrollado planes de reactivación económica para mitigar las afectaciones sufridas como consecuencia de la emergencia sanitaria de COVID-19 .

Uno de los pilares en estos programas de recuperación consiste en apoyar al sector de infraestructura, por ser una fuente importante de generación de empleos y demanda de insumos.

Para darnos una idea, el sector de la construcción representa en Estados Unidos 4.3 por ciento del Producto Interno Bruto. En México, en 2020, representó 6.7 por ciento del Producto Interno Bruto, aún cuando este gremio se ha visto afectado severa y constantemente desde 2016.

De acuerdo con la Encuesta Mensual de Empresas Constructoras (EMEC) realizada por el Inegi, en lo que va el año, el sector constructivo representó un valor de más de 23 mil millones de pesos y con un crecimiento constante en los últimos meses; sin embargo, nos encontramos lejos de los 35 mil millones de pesos de 2016.

Las razones del crecimiento negativo obedecen a diversos factores que se pueden resumir en los siguientes:

1. La emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19.

2. El anuncio de proyectos de infraestructura por parte del Gobierno Federal, que no cuentan con un proyecto ejecutivo para iniciar los procesos concursales.

3. La cancelación de obras por supuestos actos de corrupción aún cuando, en su mayoría, no han sido probados.

4. Falta de seguridad jurídica al no respetar derechos reconocidos en la Constitución Política y Tratados Internacionales en materia de protección a las inversiones.

5. Mejor distribución de los recursos destinados al desarrollo de la infraestructura nacional y no únicamente enfocarse en los proyectos insignia.

6. La falta de asociación o participación de inversión privada en proyectos.

A pesar de la ligera recuperación registrada en los últimos meses, estamos lejos de alcanzar los niveles de 2016 o, en el peor de los casos, las cifras de 2019.

Para lograr una recuperación acelerada, el Gobierno Federal debe formular un plan integral de desarrollo de infraestructura nacional, que sea realista y realizable para la segunda mitad del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los planes de infraestructura previamente presentados se han limitado a declaraciones y buenos deseos por parte de funcionarios y líderes empresariales.

Con excepción de los proyectos insignia del Presidente López Obrador (Tren Maya, refinería Dos Bocas, en Tabasco, y el aeropuerto Felipe Ángeles, en Santa Lucía), los restantes, siguen en el escritorio o simplemente se quedaron en el discurso.

Desafortunadamente, el Presupuesto de Egresos para 2022 tiene otras prioridades, como los programas de asistencia social. El mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes e impulso a la generación de empleo mediante la reactivación del sector de la construcción quedó fuera de la agenda.

Bajo este contexto, valdría la pena analizar si conviene mantener la apuesta a los programas sociales que no han resuelto los problemas para los que fueron creados o apoyarse en un Plan de Infraestructura nacional que pudiese generar mayor beneficio al sector social más vulnerable, a la economía y la generación de empleos.

Un plan nacional de infraestructura que permita la participación privada bajo mecanismos de transparencia y rendición de cuentas que garantice el combate a la corrupción permitiría la reactivación del sector y, como consecuencia, la creación de empleos directos e indirectos, así como el acceso a infraestructura que mejoraría los servicios a los que accede la población.

Por dar un ejemplo de proyecto constructivo -de los muchos que se pudiesen proponer- en el que la comunidad se beneficiaría de forma sostenible es el desarrollo de infraestructura hídrica en la zona del Bajío. Área geográfica que cuenta con un serio problema en el suministro de agua potable, demanda que aumenta de forma importante año con año ante la llegada de industria, comercio y construcción de vivienda.

El Estado debería destinar mayores recursos a proyectos que generen un desarrollo sostenible y expectativas para las generaciones venideras en lugar de seguir promoviendo programas sociales que ayudan, pero no resuelven de fondo la brecha de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades.

POR ERNESTO BELTRÁN NISHIZAKI
ASOCIADO DE GALTEC ASESORES
@ERNESTO_BN

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