ANECDATARIO

“La mujer volcán”

En ellas se ve a Madonna sujetando con sus manos una edición de la revista “V” y al fotógrafo Steven Klein abrazándola y colocando la punta de un filoso cuchillo en el cuello de la cantante

OPINIÓN

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Atala Sarmiento / AnecdATArio / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

¡Siempre polémica! Así ha sido la cantante Madonna, desde sus inicios, hasta hoy en día.

Una serie de fotos publicadas recientemente en su perfil de Instagram han levantado ámpula porque, según algunos seguidores, son una apología a la violencia de género.

En ellas se ve a Madonna sujetando con sus manos una edición de la revista “V” y al fotógrafo Steven Klein abrazándola y colocando la punta de un filoso cuchillo en el cuello de la cantante.

Son ese tipo de actitudes con las que Madonna ha jugado, desde siempre, y que la convierten en un personaje que termina por devorarse a la artista. Algo así como lo que le sucedió a la pintora de origen polaco Tamara de Lempika y de quien la cantante, por cierto, es gran admiradora.

Madonna posee varias de sus pinturas y siempre se ha negado a prestarlas para exhibiciones en reconocidos museos del mundo. No sólo eso, se ha inspirado muchas veces en la obra de la pintora y lo ha plasmado en algunos de sus trabajos visuales como los videos de sus canciones Vogue y Open your Heart.

Quizá no solo se ha dejado inspirar por su obra, sino hasta por la vida personal de la pintora que podría definirse en una sola palabra como excesiva en todos sus sentidos.

Tamara María Gurwik-Gorska, su nombre real, nació en el seno de una familia aristócrata. Los lujos la rodearon siendo tanto hija de familia, como al independizarse y hacer su propia vida, casándose con hombres igual o más ricos que ella. El apellido Lempicka lo tomó de su primer marido con quien contrajo matrimonio a los 16 años.

Vivió en la época dorada de los famosos locos años veinte exprimiéndoles todo el jugo que les pudo beber.  Vivió en París, en Nueva York y los últimos años de su vida los pasó en una bellísima casa en Cuernavaca, México, pero desde muy joven se convirtió en uno de los íconos de la corriente Art Decó.

Al margen de su obra, vivió siempre al extremo. Su personalidad desorbitada la colocó en círculos de la élite artística siendo amiga de Picasso, Salvador Dalí, Greta Garbo, Orson Wells, o Cocteau. Se hizo amante de reyes y conocidos aristócratas; ave nocturna a la que le encantaba la fiesta, como era heteroflexible, no escatimaba en disfrutar del sexo y la cocaína. Cuando volvía a casa de madrugada en ese estado se colocaba frente al lienzo y, pincel en mano, creaba como una maníaca.

Murió a los 82 años, en México y, tal como lo pidió, sus cenizas fueron esparcidas en el cráter del Popocatépetl.

Solo ese destino podían tener los restos de una mujer que en vida fue eso: fuego puro, un volcán arrojando magma, una Tamara mujer que arrasó con Tamara la artista.

¿Paralelismos entre la pintora y la cantante? Sí, unos pocos. Pero la vida y obra de Madonna no llegan aún al grado de merecer terminar borboteando en el fondo de un volcán.

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI

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