COLUMNA INVITADA

La libertad y el pluralismo intelectual

Ese microcosmos de divergencias converge, paradójicamente, en la libertad de la conciencia intelectual

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Umberto Eco, al dar vida y voz a Guillermo de Baskerville en El Nombre de la Rosa, sentenció: “La belleza del universo no sólo es la unidad en la variedad, sino también la diversidad en la unidad”.

Dicho personaje literario da la pauta para recapitular el concepto de universidad –universitas– como la comunidad de letrados, de mentores y discípulos que conforman un universo integrado por lazos comunes que transforman sus individualidades en una pluralidad que, en su totalidad, es algo más que la mera suma de sus partes.

La “epopeya universitaria”, como denomina Tamayo y Salmorán a la historia épica de la universidad, se remonta en Occidente a Bolonia, sede fundacional del gremio de la universitas, que, como todo gremio, contaba con un estatuto propio, idea heredada de su origen medieval, que, en el caso universitario, pervive en el Estado contemporáneo como autonomía universitaria.

Ese microcosmos de divergencias converge, paradójicamente, en la libertad de la conciencia intelectual.

Libertad que no refleja uniformidad, que no representa un monolito lineal e inmutable, sino un crisol en el que vierten innumerables fórmulas de intelectualidad.

Pero como buena epopeya, nuestra historia no está exenta de vicisitudes y tensiones.

Históricamente tenemos lecciones amargas de los sinsabores que resultan de la imposición de una sola línea de pensamiento que aspira a la ortodoxia y, por lo tanto, condena toda divergencia como herética.

Un ejemplo trágico pero edificante puede encontrarse en Hipatia de Alejandría, símbolo del humanismo clásico en la antigua ciudad que fue, durante siglos, faro de la conciencia intelectual sin dogmas. Cuando se oficializó el dogma de la “verdad única”, Hipatia representa también –real y simbólicamente– la victimización de la libertad intelectual, de la conciencia cultural, del progreso técnico y del avance científico.

El saqueo de Alejandría en los tiempos de Hipatia –incluida la destrucción de su mítica biblioteca–es el recordatorio acre de un ejercicio reiterado de atavismos que parecen recurrir periódicamente en nuestra historia: la quema de libris prohibitorum, ya sea por el index de la Inquisición, por el nacionalsocialismo, por el Ku Klux Klan en Estados Unidos o por el talibán afgano.

El mismo pesar que paraliza a Baskerville, testigo de las llamas que devoran la biblioteca de la abadía benedictina, impera cuando en la actualidad atestiguamos el drama humano en el que triunfa por la fuerza la cerrazón, la visión unilateral y la verdad única, frente a una noble libertad del pluralismo intelectual.

Pero, como dijo Unamuno en Salamanca frente a los falangistas: “Venceréis, pero no convenceréis”.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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