ORBITANDO

Una cumbre con oídos sordos

El cambio de redacción de un término a otro representa una diferencia abismal

OPINIÓN

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Israel López Gutiérrez / Orbitando / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La cumbre ambiental de la COP26, en Escocia, realizó un despliegue de encuentros mediáticos de dos semanas para tratar de lograr consensos contra el calentamiento global, pero sólo bastó la presión de China e India y 24 horas más de lo programado, para que todas las buenas intenciones quedaran sólo en eso.

Poco importó a India que al mismo tiempo que presionaba para que la redacción sobre el acuerdo del carbón cambiara de “eliminación gradual” a “reducción gradual”, los cielos de su capital Nueva Delhi estaban cubiertos por una nata de smog muy peligrosa para la salud. 

Si usted lo medita, el cambio de redacción de un término a otro representa una diferencia abismal y no ayuda en nada a la meta mundial de mantener en 1.5 grados centígrados el aumento en la temperatura de la Tierra hacia finales de siglo, por el contrario parece más bien un resultado adverso o al menos muy desalentador.

La contaminación del aire generada por la quema de combustibles fósiles como carbón y petróleo causó al menos 8.7 millones de muertes a nivel global en 2018, según un estudio encabezado por la Universidad de Harvard.

La verdad es que desde el inicio de cumbre tanto China, como India y Rusia, entre otras naciones, con alta producción de combustibles fósiles le hicieron el fuchi al encuentro, sólo mandaron por escrito sus propuestas o, en su defecto, a sus representantes ambientales, lo que desinfló los alcances ahí prometidos. 

De lo poco rescatable que dejó la reunión en Glasgow fue que China y Estados Unidos, las dos grandes potencias mundiales y los mayores emisores de CO2 del mundo en términos absolutos, que no per cápita, se comprometieron, por escrito, a trabajar juntos para acelerar la reducciones en esta década para frenar una crisis “existencial”. 

Los países ricos, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Japón y gran parte de Europa occidental, representan sólo 12 por ciento de la población mundial en la actualidad, pero son responsables de 50 por ciento de todos los gases de efecto invernadero relacionados con el calentamiento global que han emitido los combustibles fósiles y la industria en los últimos 170 años.

Sin duda, a la COP26 le faltó un verdadero líder que convenciera a las grandes potencias de cambiar hacia la producción total y absoluta de energías limpias y de enterrar la fósiles, el reto era titánico, más en este momento que esas naciones buscan a toda costa revertir el daño económico que está dejando la pandemia del coronavirus o COVID-19.

Pese a los esfuerzos del secretario general de la ONU, António Guterres, del papa Francisco, máximo jerarca católico, o de los llamados de alerta de la misma Greta Thunberg, el compromiso de casi 200 países para revertir la tendencia negativa climática se quedó corta. 

Ya no se diga del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien trató de tomar el timón de ese barco, pero sus problemas domésticos y de popularidad lo alejaron pronto del tema ambiental. Y para desgracia del mundo la canciller alemana, Angela Merkel, ya prepara las maletas del retiro. ¿Quién podrá ayudarnos? 

POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADOR

ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM

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