PASIÓN POR CORRER

La muerte correlona

Antes de que nos alcance tenemos que darlo todo, pero siempre acompañados por aquellos que nos alientan

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En mi vida he tenido la fortuna de correr cuatro maratones: tres en la Ciudad de México y uno en Nueva York. En ninguno de ellos pudo verme mi padre, Alfonso Ayala, pero siempre, en cada una de esas carreras, invariablemente, cuando cruzaba el kilómetro 38 y empezaba a sentir lo que los corredores llamamos el “muro”, que es ese punto en que sientes que ya no puedes más y estás a punto de desfallecer y casi quieres rendirte y abandonar la carrera, justo en ese punto la imagen de mi padre venía siempre a mi cabeza.

Era como si, en el momento que más necesitaba fuerzas y aliento para seguir, el rostro de Don Poncho, como le decía de cariño mi madre, se me apareciera dándome ánimos, diciéndome que yo podía y debía seguir, que no me rindiera y llegara a la meta. Siempre quise verlo a él cuando cruzara la línea final, esperándome y viendo el logro personal de su hija y nunca pude verlo físicamente, pero sé que a través del tiempo y del espacio, y de esa conexión que se mantiene viva con los que se nos fueron antes, él siempre ha estado presente cada vez que pude terminar un maratón.

Y es que los muertos y la muerte son algo que también rondan el mundo de los corredores, y nadie lo sabe mejor que los de largas distancias, los ultratrail o ultra maratones, en los que no sólo la distancia es un desafío. Durante los largos trayectos, llevados a cabo en condiciones extremas de altura, clima, terreno, vemos a corredores que tropiezan, vomitan, que se caen, sangran, y sufren desde deshidratación hasta hipotermia; podría decirse que en estas carreras el desafío también es a la muerte.

Apenas en mayo pasado, 21 corredores murieron de frío durante una carrera de montaña celebrada al noroeste de la provincia china de Gansu. La carrera, en la que  172 participantes debían recorrer 100 kilómetros en una zona montañosa, fue interrumpida después de que algunos de ellos mostrasen signos de hipotermia, debido a la brusca bajada de la temperatura acompañada de granizo y lluvia helada.

O basta con leer a Kilian Journet, indiscutible joven campeón del skyrunning y ultratrail, para quien el dilema está en “Correr o morir”, título que le dio a su libro, en el que narra cómo después de innumerables lesiones, entrenamientos agotadores y momentos complicados logra sus sueños, “porque perder es morir. Y no se puede morir sin haberlo dado todo, sin romper a llorar a causa del dolor y las heridas, no se puede abandonar. Se debe luchar hasta la muerte”, escribe el atleta en su autobiografía.

Y si la muerte es correlona, antes de que nos alcance tenemos que darlo todo, a veces corriendo solos, pero siempre acompañados por aquellos que nos alientan y nos inspiran para nunca rendirnos en esta vida que también es un maratón.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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