COLUMNA INVITADA

Los inicios de la derrota moral en la revocación de mandato

El Presidente Andrés Manuel López Obrador culpa al neoliberalismo de todos sus errores y de todos los males de este país

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente Andrés Manuel López Obrador culpa al neoliberalismo de todos sus errores y de todos los males de este país. Ahora, como si fuera pomada de la campana, lo utiliza como muletilla de manera recurrente para remediar cualquier acusación o reclamo que se le hace. Sin embargo, el mismo López Obrador terminará siendo un neoliberal más, a pesar del sinnúmero de oportunidades en las que pudo diferenciarse. La revocación de mandato será el vehículo para demostrarlo, a las pruebas me remito.

Miguel de la Madrid Hurtado fue el primer Presidente de la República que, modificando la aproximación de la política territorial, a sugerencia de los llamados tecnócratas, inició con el pago a los dirigentes, líderes y operadores territoriales. Primero, como forma de agradecerles, pero al mismo tiempo pretendía ganarse una percepción positiva ante el evidente rechazo a su candidatura, personalidad, antipatía y lejanía con la ciudadanía que representaba.

Este, fue el inicio, parte clave y definitoria de cómo se profundizó este esquema sexenio tras sexenio, depurado por Felipe Calderón y posteriormente por Enrique Peña, en el que programas sociales, dádivas y "contraprestaciones" a través de intermediarios lucraban con la pobreza y posición de reparto desde el gobierno que creó una cultura muy particular y altamente nociva. A tal grado que el llamado Pacto por México fue el vehículo por excelencia de repartición en el que estratos y esferas políticas, todos, terminaban repartiéndose una parte del pastel y salpicando otra a la población. Así ¡Todos felices!

Andrés Manuel, atinado y perceptivo lo identificó, lo tomó como bandera y prometió erradicarlo. No más intermediarios, según él. Todo va directamente a los ciudadanos, lo que sonaba claro y conveniente.

Por supuesto, hasta que llegan las elecciones...

Precisamente esa cultura tan arraigada es la que está poniendo en riesgo la revocación de mandato del Presidente de la República, y antes se colocó como la gran piedra del zapato en el juicio a expresidentes, y muy probablemente será también la que determine el 2024 y de fondo la visión real de la política territorial de AMLO. Porque queda claro que en el 2018 existió un fenómeno social que no se pudo contener, ni con todo el recurso y maquinaria disponible del PRI-gobierno, ni siquiera camuflándose en un ciudadano y servidor público honorable y ejemplar como candidato.

Sin embargo la situación ha cambiado. Entre la decepción por la ineptitud y la falta de eficacia del actual gobierno, y la confusión política de un pleito constante sin salida, la gente quiere y necesita ingresos, dinero, y cada día se desespera más. Los operadores políticos no han desaparecido, y en medio de un ambiente de polarización la ciudadanía ha perdido interés en la participación.

Esto ha dado como consecuencia que lo que pensaba Andrés Manuel López Obrador de involucrar a la ciudadanía en las distintas esferas sociales y fundamentalmente la clase popular no le ha resultado, y los inicios de la revocación de mandato es una consecuencia de ello.

No está levantando ánimos, tan es así que la Secretaria General de Morena ganó un gran debate hacia el interior de ese partido suspendiendo el proceso de afiliación y creación de comités de base, para dedicarse de tiempo completo a la revocación de mandato. Sus números eran tan bajos y el conflicto tan profundo en el que los "puros", caracterizados por una inexistente base, estructura y operación territorial pretendían monopolizar el partido, que en realidad lo que estaban haciendo era poner en riesgo era la credibilidad de la institución.

Ante un desahuciado Mario Delgado ganó Citlali Hernández, y el partido se ha tenido que transformar de nuevo en movimiento y ahora ha comenzado a crear redes de movilización y apoyo.

En Iztapalapa, por ejemplo, ya existe la instrucción de utilizar el programa emergente para enfrentar los efectos económicos de la pandemia del COVID-19, Mercomuna, para cumplir con 200,000 empadronados para la consulta popular y aunque se dice que llevan hasta el momento más de 150,000 firmas, la realidad es que los ciudadanos ya no quieren participar, Morena no organiza, y los actores políticos han tenido que sustituir a las instituciones para resolver el problema. Claro, esto es costoso y organizarlos, muy complicado.

¿En qué terminará esta situación? Sólo falta un mes, a marchas forzadas tendrán que utilizar el aparato del estado y acordar con políticos territoriales. Es decir, justo lo que siempre rechazaron y criticaron, pero de lo que en absoluta incongruencia acaban dependiendo.

La realidad se impone y si no encuentran de manera distinta mecanismos e instrumentos para evaluar este trabajo, filtrar a quienes sí y quienes no valen la pena, como introducir democracia y contenido al asunto, y una organización que resuelva en lo interno esos conflictos a muerte, terminarán como el PRI en 2018, o el PAN en 2012, es decir, en manos del neoliberalismo, peleando por lo mismo.

Un momento clave para la democracia desde Morena y una oportunidad para que demuestren verdaderamente cambiar lo que los otros no pudieron. Hay mucho de donde aprovechar y mucho que cambiar. Lástima que les falte capacidad. 

Y no es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

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