COLUMNA INVITADA

Los precios de la luz en la Unión Europea

México deberá aprender de la experiencia internacional si lo que quiere es asegurar la producción sostenida de este servicio

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez Anzures / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En días recientes el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha presentado la iniciativa de Reforma para el sector eléctrico en este país ante el Congreso de la Unión. En medio de mucha polémica y opiniones divididas, la política pública mexicana en materia energética para los siguientes años habrá de someterse a un amplio escrutinio público y análisis acerca de su naturaleza y alcances.

Con relación a este tema es conveniente presentar un panorama general de la situación de generación eléctrica en Europa y algunas de las principales economías en el mundo para dimensionar con claridad cuál es el panorama que acompaña los precios de este imprescindible servicio.    

El mes de julio registró el precio de la luz más alto en España en toda su historia. Sin embargo, lamentablemente este país, no fue una excepción. En Europa, Rumania y Grecia también experimentaron precios récord, mientras que, en Alemania, algunos días el costo de la luz llegó a duplicar la media de los últimos cinco años. En Italia y Francia, aunque con incrementos más suaves, la electricidad también se está encareciendo.

Aunque el debate ha sido especialmente fuerte en España, los datos de la Oficina Europea de Estadística mejor conocida como Eurostat en 2020, muestran que el precio de la electricidad se está descontrolado en toda la Unión Europea y acumula varios años en una espiral ascendente.

La excepción a esta inercia son los Países Bajos, donde la flexibilidad de sus centrales eléctricas de gas y su elevado grado de interconexión con el suministro de los países vecinos — les permite absorber, por ejemplo, la electricidad verde a bajo precio de Alemania en verano— redundando en una energía a precio accesible. La cuál es la más asequible de toda la UE, con una media de 0,12 euros el kilovatio-hora en 2020 (precio en paridad de poder adquisitivo, esto es, teniendo en cuenta el nivel de vida del país en comparación con el del resto del viejo continente).

En el extremo opuesto, se sitúan los casos de Rumania, Alemania, República Checa, Polonia, Portugal y España, que duplican el precio holandés. Se trata de países que o bien dependen en gran medida del carbón o su aislamiento con respecto a las redes de energía del resto de Europa les obliga en muchas ocasiones a comprar energía más cara.

Pero ¿cuáles son las razones que explican los picos que está alcanzando el precio de la luz este verano en diversos países de esta región del mundo?  Para comenzar, la demanda de energía ha vuelto a los niveles registrados antes de la pandemia. Muchos ambientalistas confiaban en que el coronavirus provocará un replanteamiento del sistema energético, pero su efecto apenas duró unos meses. En los países que impusieron un confinamiento estricto, el consumo de electricidad llegó a caer un 25% durante la primavera, así como el de combustibles fósiles, principalmente como consecuencia del cierre de oficinas y empresas, la implantación del teletrabajo, la cancelación de multitud de vuelos y la paralización de gran parte del tráfico rodado.

Pese a ello, una vez que las calles se reactivaron, la demanda de electricidad remontó. De hecho, la Agencia Internacional de Energía calculó que la demanda global de energía bajó apenas un 2% en 2020 con respecto al año anterior. En China incluso aumentó.

Por otro lado, el precio del carbón lleva meses disparado. En este caso no se debe a la escasez, sino a las medidas impuestas por la Comisión Europea para cumplir con el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero al menos un 55% con respecto a los niveles de 1990 para 2030, lo que ha aumentado el precio de los permisos de emisión de carbono.

Y todo ello sucede en un momento en el que las energías renovables aún no son capaces de asegurar un suministro constante de electricidad. Por esta razón, es que los países europeos tratan de priorizar su compra, pero al no poder ser almacenadas y depender enormemente de las condiciones climatológicas su disponibilidad es muy variable.

Por ejemplo, España, que depende de países extranjeros para importar el gas natural licuado con el que genera tres cuartas partes de su energía, está particularmente expuesta a estos problemas. Además, el Mercado Ibérico de la Electricidad (MIBEL), el cual comparte con Portugal, acusa una falta de interconexiones con Francia, lo que hace aún más vulnerable su modelo al incremento de los precios.

Por todo lo anterior, la recuperación del consumo ha coincidido con un periodo en el que generar electricidad se ha encarecido. Por un lado, el frío invierno con el que comenzó el 2021 vació gran parte de las reservas de gas natural en Europa, las cuales normalmente se reponen durante los meses de verano, cuando la demanda tiende a ser más débil. Sin embargo, la ola de calor que está barriendo el Viejo Continente, sumado a una gran demanda de Asia, ha imposibilitado acumular este recurso. México deberá aprender de la experiencia internacional si lo que quiere es asegurar la producción sostenida de este servicio y más aún no depender de terceros para su existencia. Otra posibilidad para alcanzar dicho objetivo podría ser la exploración de acuerdos regionales para acrecentar la red de suministro en el país. 

POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES

PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

MAAZA