COLUMNA INVITADA

Del Cine a la Corte

La calidad de cualquier sistema jurídico estará siempre sujeta a la de sus operadores

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En 1992 se estrenó la película Mi primo Vinny, una comedia divertida protagonizada por el actor estadounidense Joseph Frank Pesci, mejor conocido en el medio como Joe Pesci. En esta película, Joe interpreta el papel de un abogado novato, quien, de la noche a la mañana, se ve en la nada envidiable posición de tener que probar la inocencia de dos jóvenes acusados de homicidio en primer grado, en un pequeño poblado en el sur de Estados Unidos.

El protagonista debe enfrentar a un fiscal veterano y astuto, a un juez abiertamente hostil y a una serie de testigos que, unánimemente, están dispuestos a declarar en contra de su cliente, todo ello mientras lidia con conflictos personales y una imposibilidad crónica para conciliar el sueño en el extraño y ruidoso poblado.

La película, más allá de los elementos cómicos – que por sí mismos bastarían para hacerla ampliamente recomendable –, ha sido reconocida por connotados académicos, como el juez norteamericano Richard Allen Posner, o el profesor Alberto Bernabé Pajares, quien sostuvo que “Vinny es terrible en muchas cosas que enseñamos en la escuela de Derecho, pero muy bueno para otras que no enseñamos", cómo entrevistar clientes, recabar hechos, preparar una teoría del caso, negociar y conducir un contrainterrogatorio exitoso.

A pesar de las importantes diferencias entre nuestro sistema y el del vecino del norte, considero que esta misma advertencia puede ir dirigida para las escuelas de Derecho, en donde hemos priorizado sólo las discusiones teóricas abstractas por encima de la aplicación práctica de los conocimientos.

Un ejemplo notable de este fenómeno es el frustrante resultado de la implementación en México de la oralidad en los procedimientos judiciales, pues, a pesar de haber transcurrido más de una década de su introducción e invertido millones en nuestro sistema, continúa representando un obstáculo importante tanto para principiantes, como veteranos.

La calidad de cualquier sistema jurídico estará siempre sujeta a la de sus operadores.

De poco o nada nos servirá contar con leyes y códigos de avanzada, inspirados en los últimos desarrollos doctrinales, si no somos capaces de preparar a un gremio de juristas hábiles al operarlos, con conocimiento, naturalidad y eficiencia.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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