COLUMNA INVITADA

Una nación sin ellas

El fin de la libertad educativa de las mujeres significa un freno a su libertad personal y su poder de elección. El asunto va más allá de la segregación de salones por sexo o la imposición de vestimenta

OPINIÓN

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Raquel López-Portillo Maltos / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Después de izar su bandera en el palacio presidencial de Kabul, el Talibán puso sobre la mesa el rol de las mujeres en esta nueva era. En contradicción con sus declaraciones iniciales sobre un emirato inclusivo, sus primeras acciones revelaron que la pregunta no es si habrá o no un deterioro en materia de derechos, sino qué tan rápido e irreversible será el daño. 

El fin de la libertad educativa de las mujeres significa un freno a su libertad personal y su poder de elección. El asunto va más allá de la segregación de salones por sexo o la imposición de vestimenta.

Sin noticias sobre cuándo se retomarán las clases y bajo qué parámetros, el acceso de niñas a la educación básica continúa en pausa. Por ende, el índice de alfabetización femenina que llegó a alcanzar 30% invariablemente se verá deteriorado. Así mismo, la reciente prohibición de que hombres den clases a mujeres constituye un problema de recursos humanos. La ya existente escasez de docentes, que ha generado la crisis humanitaria, aunada a la suspensión de algunas ayudas internacionales, lo hace materialmente imposible. Los ataques contra escuelas de mujeres por parte de grupos terroristas como el Estado Islámico continúan como un riesgo latente.

Si bien la problemática impacta a un sinfín de ámbitos, quizá lo más atemorizante es la capacidad del Talibán de normar cada espacio de la vida pública y privada. La violencia empleada es tal que para lograr su cometido no dependen de decretos, sino que el miedo y la intimidación son armas igualmente poderosas. Los estragos de sus acciones pasadas continúan hasta hoy, a través de una sociedad muy conservadora que tácitamente se apropió de fragmentos de la herencia ideológica del régimen.

Cabe recordar que, tras su caída, Afganistán continuó siendo uno de los países más peligrosos para ser mujer. Sin importar cuánto tiempo permanezcan en el poder, los efectos de lo que hagan hoy permearán definitivamente. 

Aunque el Talibán ha demostrado ser el mismo, las mujeres a quienes ahora gobierna no lo son. A pesar de las múltiples amenazas que esto representa, decenas de mujeres han organizado protestas en todo el país reivindicando la lucha por sus derechos. El camino por delante es azaroso; sin embargo, la historia ha demostrado una y otra vez que no hay causa más valerosa que el gozo de una vida en libertad. Y, en este caso, la posibilidad de una nación con ellas.

POR RAQUEL LÓPEZ PORTILLO MALTOS

ASOCIADA COMEXI

@RAQUELLPM

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