Una semana compleja para los acuerdos globales levanta expectativas en los últimos meses del año. Por la parte regional, los procesos políticos-electorales se acercan a definiciones importantes que repercutirán directamente en las decisiones regionales en Chile, Nicaragua y Venezuela.
En la reciente XXI Conferencia Iberoamericana de Ministros y Ministras de Cultura se acordaron acciones para recuperar este ramo en el ámbito birregional, además, se enfatizó la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en 2022.
República Dominicana, ya a cargo de la Secretaría Pro-Témpore, coordinará reuniones, foros y encuentros previos con la Secretaría General Iberoamericana (Segib) que tiene su sede en España. El lema es "Juntos hacia una Iberoamérica justa y sostenible".
Por su parte, Brasil y México estarán representados en la reunión de jefes de Estado y de gobierno del G20, en Roma, el 30 y el 31 de octubre. Esta cumbre implica a 60% de la población mundial, 80% de producto global bruto y 75% de las exportaciones globales.
Concluirán los trabajos y reuniones de ministerios, y grupos de trabajo o vinculación. Turismo, educación, relaciones exteriores, desarrollo, economía y finanzas, ambiente, clima, cultura, digitalización, investigación, salud, agricultura, comercio y empoderamiento de la mujer.
También al final de la semana, inicia en Glasgow, Escocia, en asociación con Italia, la COP26, sobre el cambio climático, que hace una década tuvo lugar en Cancún, región mesoamericana. Con ello se convoca a la unión del mundo, para abordar los cambios ambientales desde Reino Unido en la Conferencia de Partes del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021.
Es posible que aparezcan nuevas regionalidades en esta ocasión, la emergencia de nuevas voces. Por ejemplo, en el círculo Ártico y en la Antártida. Cada zona geográfica del mundo enfrenta los efectos de diferente manera, pero hay unas que requieren nuevas aproximaciones a partir de sus cercanías y vecinos.
El encadenamiento en esta serie de reuniones afortunadas coloca a varios países en un rol relevante de las actuales negociaciones globales. Las expectativas son demasiado altas para la región de América Latina y El Caribe.
Hoy preocupa la ralentización de cadenas de suministro o la capacidad de puertos para enfrentar la reactivación del comercio internacional. La movilidad que asegura el turismo y el resto de actividades que mueven la economía a nivel de la región latino-caribeña.
Las condiciones no impiden que, como es costumbre, la presencia latino-caribeña se mantenga activa, se observa de cara a lo que ocurra en Roma y Glasgow, por lo pronto. También en noviembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en el Consejo de Seguridad de la ONU.
POR GUADALUPE GONZÁLEZ
CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA
MAAZ