COLUMNA INVITADA

Caprichos que incendian bosques

La iniciativa para reducir el porcentaje de deducibilidad a las donaciones dañará a más de cinco mil asociaciones

OPINIÓN

·
Georgina Trujillo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El Presidente parece olvidarse de que, en sus días de opositor, dio voz a distintas Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que se levantaban contra los atropellos a los derechos humanos, carencias en el sistema educativo y los casos de corrupción.

Señalaba, utilizando datos de estas organizaciones, lo que consideraba como errores inaceptables de política pública, al tiempo que se promovía como candidato a la Presidencia. Lo que fue un vehículo atractivo y legítimo para su promoción política, hoy ya es un blanco más de sus declaraciones incendiarias para justificar reformas retrógradas.

La iniciativa de ley para reducir el porcentaje de deducibilidad a las donaciones para una persona física a las OSC resultará dañina para las más de cinco mil asociaciones que operan en nuestro país, las cuales ayudan a multiplicar por cinco o 10 a tarea de asistencia social a los sectores de la población más vulnerable.

El motivo es claro: desincentivar y desarticular el financiamiento a este tipo de asociaciones, porque el Presidente ve en ellas una amenaza a la estabilidad de su gobierno. Su ofuscamiento no le deja ver que esas asociaciones no tienen fines golpistas, ni se crearon apenas hace tres años cuando comenzó su mandato.

La mayoría tiene fines de asistencia de salud, como la misma Cruz Roja. Otras, tienen fines educativos, pues promueven becas para jóvenes talentos. También están las organizaciones culturales que organizan festivales de talla internacional, los cuales sirven para promover también el turismo y la economía.

Otras muchas están enfocadas a la defensa de las víctimas de la violencia, la promoción de la transparencia, el combate a la corrupción y el buen gobierno. Todas son necesarias y desempeñan una tarea que el gobierno federal no ha podido absorber, en parte por falta de eficiencia y en parte porque no debería tener este tipo de atribuciones.

Las OSC no son un factor desestabilizador, más bien consolidan una sociedad cada vez más responsable consigo misma. Verlas como una amenaza es ser políticamente miope, con ideologías del siglo pasado, cuando se creía en gobiernos totalitarios que deberían estar a cargo de todos los aspectos de la vida social, incluyendo la libertad para organizarse.

El Presidente infecta a sus simpatizantes con un discurso de rencor, aludiendo a supuestas redes de lavado de dinero en las que participan ladrones de cuello blanco, sin embargo, ya hay los mecanismos legales para perseguir este tipo de irregularidades sin necesidad de hacer una reforma al respecto.

Un gobierno que vigile más, por ejemplo, al Centro Mexicano para la Filantropía, en vez de hacerlo con los miles de giros negros es un gobierno que ya está condenado al fracaso social.

Las OSC son un equilibrio democrático y aliado para cualquier gobierno. No sólo no debemos frenarlas, sino fortalecerlas y procurar su crecimiento.

Vivimos tiempos en que los caprichos políticos incendian bosques y destruyen cimientos sólidos para construir castillos imaginarios, hechos de palabras y promesas tan débiles como las ideas trasnochadas que las motivan.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

CAR