COLUMNA INVITADA

El SAT y su limpieza interna

Las tareas que se hagan en el interior de la Secretaría de Hacienda son cruciales para tener mejores políticas de fiscalización y monitoreo de los recursos públicos

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez Anzures / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El sistema de recaudación de fondos públicos siempre será un tema sensible y estratégico para cualquier país, pero en especial para todos aquellos cuyos niveles tributarios no sean positivos.

Las tareas que se hagan en el interior de la Secretaría de Hacienda, en especial en el Servicio de Administración Tributaria, son cruciales para llevar a cabo mejores políticas de fiscalización y monitoreo de los recursos públicos.

En los pasados tres años, casi una décima parte de la plantilla que tenía el SAT ha sido denunciada ante la FGR por presunta corrupción. Sin embargo, “limpiar” las oficinas del ente encargado de la recaudación tributaria requeriría mover, por lo menos, a una tercera parte de los más de 30 mil servidores públicos que laboran en ellas, según Raquel Buenrostro, titular del organismo. Una cifra que es escandalosa si se analiza con detenimiento, pero que ejemplifica los niveles de corrupción en el interior de un organismo tan importante para el Estado mexicano.

La funcionaria detalló que, de 2019 a la fecha, se han denunciado a tres mil 157 personas que laboraban en el organismo, 753 de ellas por contrabando, es decir, que trabajaban directamente en las aduanas o en áreas vinculadas a ellas. En resumen, “para poder limpiar el SAT tendríamos que mover en la administración a por lo menos 10 mil personas, ¿cómo podría llevarse a cabo esta acción?”.

Esta es una muy buena interrogante que, de ser contestada, sería una acción sin precedentes en la historia moderna, porque marcaría un parteaguas en la lucha contra las malas prácticas que históricamente se han llevado a cabo en esa y varias dependencias más.

También porque ayudaría a sentar las bases de que la lucha en contra de la ilegalidad en el interior del gobierno va en serio. 

Todo lo anteriormente referido, la titular del SAT lo ha confirmado: “En el SAT somos 35 mil personas y, como muchas otras, las instituciones están muy carcomidas por la corrupción. Hay áreas que se han ido completas. Por ejemplo, el área de padrón de importadores, desde el responsable hasta los sindicalizados y enlaces; todos se tuvieron que ir, no había uno solo decente, todos están procesados. Los de citas también se fueron todos, no sólo los de servicios al contribuyente, sino también los del área de tecnologías, 36 personas”.

Mientras que, en lo que atañe a la simulación de las actividades realizadas por las famosas empresas factureras, agregó que algunos funcionarios del SAT también son facilitadores para dar de alta a empresas fantasma.

Si bien 70 por ciento de las personas morales que se han descubierto como simuladoras de operaciones fueron dadas de alta por fedatarios –personas que tenían permiso para dar de alta en el Registro Federal de Causantes a través de medios remotos–, el resto pasó por las oficinas del fisco.

Lo que las cifras anteriores revelan es que la corrosión de los buenos estándares en el funcionamiento de muchos servidores públicos dentro del SAT, son alarmantes y deben generar, en el corto plazo, acciones encaminadas a corregir, reinventar y rediseñar el futuro de la evaluación de confianza de muchos de sus trabajadores.

Esta terrible radiografía no debería repetirse en el futuro inmediato en los organismos de la A. P. en cualquier orden de gobierno del que se trate.

POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

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