LA NUEVA ANORMALIDAD

No por mucho madrugar

El origen de The Morning Show está en Top of the Morning, reportaje de Brian Stelter sobre la lucha por el rating entre revistas noticiosas matutinas

OPINIÓN

·
Nicolás Alvarado / La nueva anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Reese Witherspoon se ha revelado productora sagaz, con una lectura lúcida de los tiempos que corren. Esa lectura deriva, justo, de sus lecturas: bibliófila, ha encontrado en las mesas de novedades el germen de muchas de las películas y series que ha producido (y, a menudo, protagonizado). Es el caso de Gone Girl, Big Little Lies, Truth Be Told y Little Fires Everywhere, adaptaciones de novelas. Y es también el de The Morning Show, la ficción seriada que produce y estelariza para AppleTV+.

El origen de esa serie está en un libro periodístico: Top of the Morning, reportaje del periodista Brian Stelter sobre la lucha por el rating entre revistas noticiosas matutinas en la televisión estadounidense. Fue publicado en un 2013 en que no sólo la TV abierta ocupaba un lugar mucho más importante que hoy sino en que el #MeToo no sólo no advenía todavía sino que aún no tocaba ese segmento de la industria; eso llegaría meses después, con las acusaciones de abuso sexual a Matt Lauer, titular del Today Show de NBC.

El #MeToo y el escándalo de Lauer pillaron a Witherspoon justo en pleno desarrollo de The Morning Show. Fue en reacción a ello que la producción decidió reconvertir el personaje encarnado por Steve Carrell –el del titular del programa cuyos entretelones retrata la serie– en uno que aprovecha su poder para presionar a las mujeres del equipo a tener amoríos con él, con consecuencias funestas para ellas y, tras la exhibición de su conducta, para sí mismo.

La primera temporada de The Morning Show supo abordar el #MeToo con inteligencia y realismo. Sin cuestionar la legitimidad del dolor de las víctimas –la trama incluye un suicidio que conmociona–, refleja el oportunismo paralelo de algunas, y el de unos ejecutivos cuya prioridad es salvar el pellejo. Sin negar el utilitarismo y la autoindulgencia de su protagonista masculino, no le escatima humanidad.

Ahora se transmite la segunda temporada, y la narrativa la lleva a abordar otro tema actual: lo que en inglés se conoce como identity politics. Buena parte de los primeros capítulos gira en torno a quiénes moderarán un debate entre precandidatos a la Presidencia, mientras el personaje de Witherspoon –tenido por heterosexual– vive un romance lésbico con una compañera. ¿La hace esto lesbiana? No está segura (y no tendría por qué estarlo). Pero se siente tentada a jugar la carta política de la minoría sexual en un contexto en que la televisora se ve mercadológicamente impelida a reflejar diversidad para conformar el panel, y en que quien no se autopropone por negro lo hace por gay, pero nunca por lo que su moderación podría aportar a las preguntas formuladas a los políticos.

The Morning Show lo refleja bien: si la diversidad ha de arraigar en nuestra cultura, no ha de ser por la vía de los madruguetes oportunitstas.

POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
@NICOLASALVARADOLECTOR

CAR