“La pandemia nos está mostrando formas alternativas de hacer las cosas”, R. Kaufmann.
Es indudable que la pandemia ocasionada por el Sars-CoV-2 con sus distintas variantes han venido a cambiar al mundo. Nuestras prácticas como individuos y como sociedad se han visto limitadas debido al confinamiento necesario, dejamos de viajar, de abrazarnos, fue necesario el refuerzo en nuestras prácticas de higiene, valoramos las actividades cotidianas como un paseo por el parque o la visita dominical a los abuelos. También tuvimos que modificar las maneras de interacción humana en las rutinas laborales, personales, fraternales y también en aquellas propias de esparcimiento como los conciertos, a través de una pantalla.
Estas transformaciones que hemos vivido en la cotidianidad igualmente fueron sufridas por las grandes industrias y empresas, las cuales tuvieron que reducir sus producciones o abandonar casi en su totalidad sus operaciones, como el caso de las compañías aeronáuticas. Cuando reflexionamos acerca de esta cuestión, inmediatamente se nos viene a la cabeza la pérdida de miles de empleos y la crisis económica por la que hemos pasado durante este largo periodo. Sin embargo, estas disminuciones en el uso de vehículos, aerotransportes o “apagones” en las grandes industrias le han dado un respiro (literalmente) a nuestro planeta.
En este sentido, pudimos observar alrededor del orbe imágenes de animales en sitios donde habitualmente no pueden estar por la ocupación humana, en centros comerciales en Australia o parques canadienses. Y lo más importante fue lo mostrado respecto a la reducción sin precedentes en las emisiones de CO2 derivadas del uso del petróleo, gas y carbón a nivel global. La ocasiones anteriores que ocurrió esto, pero a mucho menor nivel, también fueron durante momentos álgidos de la sociedad moderna, eventos como la “gripe española”, la Gran Depresión o durante la Segunda Guerra Mundial, significaron caídas en la contaminación.
Al respecto, la disminución del uso de energía durante el año 2020 fue del 6%, lo equivalente a la energía que utiliza un país de aproximadamente 1.7 millones de habitantes, según los datos de la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés). De igual manera, la reducción en el uso del carbón fue de 8%, es decir, casi tres mil toneladas menos de estas emisiones en la atmósfera. Los viajes por transporte aéreo fueron cancelados en un 90% en Europa y más de 50% en Estados Unidos, aunque la contaminación de los aviones solo sea un 3% de la contaminación mundial. Lo que contribuyó en mayor medida fue la reducción del automóvil en 50%, según expertos.
Así, el periodo pandémico ha resultado un gran respiro para el planeta, pero deberá ser una decisión de los mandatarios continuar así. El uso de energías limpias, la utilización de transportes amigables con el medio ambiente, reducir los plásticos de un solo uso (los cuales no ayudan a la evitar la propagación del COVID-19, como demostraron especialistas alrededor del mundo), tales como cubiertos, contenedores y los famosos popotes. Dentro de la tormenta que ha sido este virus, debemos tomar la oportunidad de ser conscientes que este mundo es la única casa que tenemos y aprender a convivir de mejor manera con ella.
POR ADRIANA SARUR
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