COLUMNA INVITADA

La escuela primaria debe laborar con horario discontinuo, no corrido

La absurda idea de que mientras más se obligue a los niños a aprender todo lo que se les imponga, debe ser sustituida por la razón y el equilibrio académico para no correr el riesgo del hastío en el salón de clases

OPINIÓN

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Diego Alcalá Ponce / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Foto: Especial

La pesada carga que significan los extensos programas escolares de los respectivos grados de la escuela primaria necesita de tiempo suficiente para abordarlos. Dado que algunos objetivos requieren de varios días para su total comprensión, es necesario establecer el horario adecuado para poder estudiarlos sin imposiciones ni exigencias de ninguna clase que entorpezcan el delicado proceso de la enseñanza-aprendizaje.

Tomando en cuenta que de los poco más de 10 meses que conforman el año escolar, solo ocho son efectivos,es necesario reestructurar el horario de clases para que éstas se impartan en horarios discontinuos y no corrido como hasta ahora. De ahí que lo correcto es que la escuela primaria debe laborar en dos turnos, el matutino de ocho a doce horas y el vespertino de tres a cinco de la tarde, tal como era antes. Someter a los niños a una carga académica con un horario rígido y continuo hasta de seis horas como hasta ahora, es antipedagógico y casi inhumano. La absurda idea de que mientras más se obligue a los niños a aprender todo lo que se les imponga, debe ser sustituida por la razón y el equilibrio académico para no correr el riesgo del hastío en el salón de clases.

Las labores escolares deben sujetarse a horarios en que los niños se encuentren en óptimas condiciones para desempeñarlas. Las áreas que necesitan de mayor atención, concentración y constancia como las Matemáticas, Español y Ciencias Naturales y sociales, por ejemplo, deben estudiarse por las mañanas de ocho a doce horas y por la tarde las actividades manuales, artísticas y deportivas. Encerrar a los niños en un salón de clases por tantas horas al día de forma continua y con sobre carga académica, recalcamos, es totalmente antipedagógico y contraproducente. Parecerá exagerado, pero se trata de la preparación académica y la formación de la personalidad del futuro ciudadano.

Lamentablemente, en México, tal como hemos señalado, antes que la educación de los niños se anteponen los problemas socioeconómicos familiares y hasta los políticos. De ahí que el Sistema Educativo Nacional en todos sus niveles esté conformado políticamente y no como debiera en base a las exigencias de la realidad que se vive. Los parches y remiendos sexenales que se le ponen no son más que caprichos y ocurrencias de quienes deciden por este país. Al igual que la economía, la educación cuelga de alfileres y a voluntad de la política.A decir verdad, en la educación nacional no hay uniformidad en nada.

Amable lector: con el propósito de conocer y comparar el sistema educativo de México con el de Finlandia, uno de los países más avanzados y reconocidos mundialmente en este vital aspecto por sus excelentes resultados, a partir de ahora le iremos dando a conocer lo más sobresaliente de este novedoso y funcional modelo.

En Finlandia, la educación básica comienza el año en que el niño cumple siete años y consta de nueve cursos. Los niños tienen 20 horas semanales que van aumentando según se avanza a cursos superiores. Todos los profesores de educación básica tienen título universitario de máster. Los profesores de los cursos de primero al sexto grado están especializados en pedagogía y los del séptimo al noveno están especializados en la asignatura que imparten.

Por lo regular, los niños tienen el mismo maestro durante los primeros seis cursos. El profesor puede conocer así bien a sus alumnos para desarrollar las clases de acuerdo a sus necesidades. El objetivo de esto es que los alumnos aprendan a pensar por sí mismos y que se responsabilicen de su propio aprendizaje.Tal como debe ser. Continuará…

POR DIEGO ALCALÁ PONCE
DIEGOALCALAPONCE@HOTMAIL.COM

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