Las celebraciones con motivo del Grito de Dolores y la Consumación de la Independencia nacionalsirvieron de inusual marco para el despliegue de la política exterior de la administración lopezobradorista.
Desde el protagonismo cedido aMiguel Díaz Canel y Nicolás Maduro, hasta la reunión de la Comunidad de Estados Centroamericanos y del Caribe donde pesaron más las ausencias de los presidentes de Argentina, Brasil, Chile o Colombia. En lugar de la agenda de la 13ª economía del mundo, primer sociocomercial de los Estados Unidos y miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que vimos es una extraña proyección de las filias y fobias personales del jefe de estado mexicano.Al igual que sucedía con Donald Trump, el presidente pretende dirigir las relaciones internacionales según el trato que él reciba en lo personal.
Al desafortunado respaldo dado a Cuba y Venezuela se sumó esta semana la exoneración a Rusia por el asesinato en 1940 del líder revolucionario León Trotsky, asilado en nuestro país. Y todo porque Putin ofreció a López Obrador enviar médicos rusos a atenderlo cuando se contagió de Covid. Así como lo oye.
Pero la narrativa se cae ante realidad. Los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua o Rusia son anti democráticos y sus líderes impresentables autócratas.Ni todos los seguidores de López Obrador vieron con buenos ojos las desbordadas cortesías a Díaz Canel y Maduro, ni los países latinoamericanos hicieron eco de la fallida pretensión de desconocer a la OEA.
En lugar de adhesiones, la postura presidencial genera respuestas pocohalagadoras. De entrada la carta enviada por el Papa Francisco a través del presidente del Episcopado, en la que el pontífice alude a los dolorosos errores del pasado reconocidos en su momentopor la Iglesia y elegantemente recuerda losagravios sufridos por los católicos mexicanos(durante la Guerra Cristera), por los cualeslas autoridades mexicanas no han ofrecido disculpas.
Otra reacción ha venido por parte de los senadores republicanos Marco Rubio y Rick Scott, quienes reclaman a AMLO no haber detenido a Maduro, denunciado por narcoterrorismo en Estados Unidos.
Por último, si bien no ha habido una respuesta oficial, el ex presidente de España José Ma. Aznar aprovechó la reunión del Partido Popular para mofarse de la solicitud de disculpas, ironizando con el origen hispano de los apellidos del mandatario mexicano.
Quizá AMLO dé por cerrado el episodio con el Vaticano, pero no parece dispuesto a soltar el tema con España, en un incomprensible empeño por reventar la relación con el gobierno socialista de Pedro Sánchez y por insistir en un discurso victimista que banaliza la imagen de México en el exterior.
Esperemos que concluidos los festejos patrios queden atrás agravios, perdones, filias y fobias y el gobierno se aboque a resolver los problemas reales que enfrenta el país.
POR VERÓNICA ORTIZ
VORTIZORTEGA@HOTMAIL.COM
@VERONICAORTIZO
PAL