TRES EN RAYA

El inminente colapso del sector médico

Se espera que la culpa recaiga otra vez en los sexenios anteriores; se dirá que se heredó un sistema de salud abandonado y vetusto. Y será cierto, pero solo en parte

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Durante años fue disminuyendo el presupuesto asignado al sector salud, pero aun así las campañas de vacunación se realizaron básicamente en tiempo y forma, y no hubo un desabasto tan generalizado de medicinas oncológicas como el que existe hoy. Eso entre cientos de otros aspectos.

En estos dos años, los problemas en el ámbito de la salud se han agudizado por una nula planeación y debido al desmantelamiento de los subsistemas que funcionaban de forma correcta. Ahora, ante el azote de la pandemia, el sector médico (incluyendo a todo el personal hospitalario y de atención clínica) se encuentra a la deriva sin conocer los detalles y tiempos de la estrategia para la implementación del Plan Nacional de Vacunación contra el Covid. Aun cuando se presentó dicha estrategia el pasado martes, los tiempos, lugares, prioridades, tipo de vacunas, etapas, mecanismos de seguimiento, esquemas de atención, registro y monitoreo, número de dosis para cada centro, etcétera, siguen siendo un enigma. Ello incluyendo el cuándo se inoculará al sector médico privado —mismo que también ha estado al frente en el combate al covid. ¿Será de acuerdo a la entidad, localidad,  institución, especialidad, centro médico?

Más allá de que 120,000 vacunas no alcanzan para inocular a 128 millones de habitantes contra el coronavirus, de los mensajes distorsionados (AMLO: tenemos los recursos para todas las vacunas; Mario Delgado: demos el dinero de los partidos para la compra de las vacunas porque no hay recursos) y del asombro que provoca saber que los ‘siervos de la nación’ serán quienes llevarán las vacunas a las zonas más marginadas del país (custodiados por elementos de las fuerzas armadas), todo indica que específicamente el sector médico hace agua.

El covid ha desnudado su muy frágil estado. Ha demostrado el nulo interés del gobierno federal en turno en mejorar o mantener la calidad del personal. En muchos casos, desde el principio de la administración, se les redujo el sueldo, aduciendo que ganaban demasiado. Hablamos desde médicos hasta camilleros. En una sinrazón se tradujo el cerrar el surtido de medicinas, aduciendo corrupción; después nada se comprobó, ni se mejoró la distribución, a din de cuentas solo se dinamitaron los mecanismos existentes.

En el sistema público de salud, enfermeras, personal de limpieza y administrativo, médicos y equipos de apoyo, todas las personas que trabajan en un hospital (y que son casi invisibles, pero sin cuya labor los nosocomios colapsarían) están exhaustos y desanimados. No cuentan con equipos necesarios de cuidado, doblan turnos, han olvidado o cedido sus vacaciones y observan cómo los enfermos son rechazados. Primero por mantener las camas vacías, ahora porque no hay camas suficientes.

Estamos atestiguando una bomba de tiempo colocada en medio del personal del sector salud. La peor parte la lleva el sector público, pero los errores en la política implementada en este ámbito y en la opacidad respecto de las vacunas, desborda y llega también a lo privado.

Desde un principio, los hospitales privados se sumaron al esfuerzo de atender en sus instalaciones a los asegurados —del ámbito público— que no tuvieran covid pero requerían atención pronta para distintos padecimientos y condiciones. Habilitaron tanto el autódromo Hermanos Rodríguez como el Centro Banamex para atender a un mayor número de enfermos. Hace un par de días, Carlos Slim anunció el financiamiento necesario para aumentar el número de camas de atención y en diversos puntos de la república hay hoteles que ceden la ocupación de sus cuartos para que ahí puedan descansar quienes atienden a los infectados.

Pero lo realizado por la IP no termina de cubrir la labor titánica realizada por médicos, enfermeras, personal hospitalario, no se diga los horarios, turnos interminables y capacidad instalada en lo público. Es tan solo un paliativo. Y aunque entraron al quite, nadie del gobierno ha tenido la atención de cuidarles o ver por este personal.

En el colmo del cinismo, el abandono de todo el personal hospitalario se hizo aún más evidente a raíz de las sonadas vacaciones que se tomó Hugo López Gatell. Significó un desprecio por el tiempo de los médicos y por su constante lucha ante la pandemia. Se esperaba que los directivos de la estrategia de combate al virus fueran al menos solidarios con quienes no pueden salir de vacaciones por la demanda de su tiempo, conocimiento y acción. El funcionario público simplemente no dio ejemplo con su actuar. Su viaje mostró falta de empatía hacia sus colegas, lo cual tuvo como respuesta una velada protesta con fotos de doctores solicitando al público en general a quedarse en casa.

La burla y el insulto continúan al saber que se presupuestaron 966 millones de dólares para el pago de las medicinas en el país y que aun así hay desabasto. Si se financió la compra de medicamentos y material a través la Secretaría de Hacienda, como lo anunció el presidente el 30 de diciembre en su mañanera, no se explica que a esta fecha no hayan llegado a su destino.

Esto provocará un efecto dominó, el cual incluirá un rampante mercado negro de medicinas, tratamientos y equipo, así como el colapso de la capacidad hospitalaria (ya estamos en esa situación en el Valle de México). Y este tendrá implicaciones inmediatas, pero también en el mediano y largo plazo. Hablamos de una población con aún mayores problemas de salud, un sector médico agotado, un país colapsado en su totalidad.

 

POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO