COLUMNA INVITADA

Felicidad mexicana

La resiliencia del mexicano es única porque otra sociedad en una circunstancia similar ya habría hecho movilizaciones

OPINIÓN

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Ernesto Villanueva / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La mente humana y, en particular, la de la sociedad mexicana es digna de estudio. Esto viene a cuento por lo que concierne a la medición de la felicidad (entendida como satisfacción con la vida y su entorno) que desde el año 2012 la ONU ha promovido como una “ciencia emergente".

Racionalmente se podría estar de acuerdo que los indicadores de bienestar, de trabajo, seguridad, vivienda, empleo y oportunidades de desarrollo serían determinantes para poder medir la felicidad. Si esas variables se aplicaran como parámetros para medir la felicidad, México estaría al borde de una depresión colectiva.

El país está en los últimos sitios en varios rubros, en educación ocupa el último sitio de los países de la OCDE, la inseguridad se coloca en el antepenúltimo lugar y el tiempo dedicado al esparcimiento en relación a las jornadas laborales se encuentra en el penúltimo sitio. (https://n9.cl/2k6tc). La felicidad y los sentimientos son producto de la realidad percibida, no de la realidad objetiva que se sostiene con cifras y datos duros.

La resiliencia de la mente del mexicano es verdaderamente única porque otra sociedad en una circunstancia similar ya habría hecho movilizaciones populares porque los datos duros señalan la difícil situación en la que vive la inmensa mayoría de la población. Un día sí y otro también se lee en las noticias la ausencia de crecimiento económico, las dificultades para mantener los empleos formales, la incidencia delictiva que no cesa, los bajos salarios y muchos otros datos que, sin embargo, no han logrado internalizarse en las pautas de sentimiento y, por ende, de comportamiento de los mexicanos.

En efecto, el World Happinnes Report 2020 (https://n9.cl/toy2), que se basa en una encuesta mundial llevada a cabo por Gallup, muestra que los hechos y las percepciones transitan por senderos muy distintos. De un universo de 153 países analizados, se entiende que Finlandia y Dinamarca se ubiquen en los sitios primero y segundo respectivamente.

No es ninguna sorpresa. Sus indicadores económicos y de justicia social son de los más altos del mundo. Tampoco es de extrañar que Afganistán y Sudán ocupen el último y penúltimo lugar. Sus datos de bienestar material y la práctica ausencia de un Estado mínimo de derecho son consecuentes con el clima de opinión que hay en sus habitantes.

Pero lo que sí es algo insólito es que México esté en el sitio 24, muy por encima de Grecia (77), Rusia (73), Japón (62), Corea del Sur (61), Portugal (59), Singapur (31), Italia (30) y España (28) por citar sólo países desarrollados cuyos indicadores materiales están sin excepción arriba de México. Bien dice la conseja: como México no hay dos y hay una naturaleza estoica a prueba de casi todo.

POR ERNESTO VILLANUEVA
COLABORADOR
@EVILLANUEVAMX