COLUMNA INVITADA

Los embates de la democracia

Los embates al derecho constitucional son contra la sociedad y la democracia

OPINIÓN

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Enrique Quiroz Acosta/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo sucedido en el Capitolio de Washington, en la sesión “lastimosamente” histórica de la certificación de las elecciones presidenciales, fue un acontecimiento inédito que nos deja diversas lecciones a los ciudadanos del mundo occidental y, particularmente, a los interesados y los involucrados en la vida pública. 

Desde el punto de vista del análisis político y sociológico, el ambiente de la polarización que lleva a la violencia, al “fundamentalismo” y a la irracionalidad, colocan a la democracia y a la evolución política en un abismo que lacera a la sociedad y nos advierte que los extremos en la visión y la conducta dañan cualquier postura objetiva y racional. El peligro no está en la vulneración de los partidos, de las fuerzas políticas, de las ideologías, de los grupos de interés, sino la razón misma de la política que agravia a la sociedad en su conjunto. 

En la naturaleza misma del ser humano está el disentir y oponer, pero cuando se trata de imponer y actuar sobre bases de la “verdad absoluta”, sea de quien venga, se corroe la convivencia necesaria más elemental de toda sociedad moderna. Es imposible la democracia con visiones “fundamentalistas”; máxima cuando, en el fondo, lo que se busca es un interés parcial o de grupo e, incluso, personal, ya sea político, económico o de cualquier otro tipo que distorsiona la objetividad. 

En el templo de la representación y de la representatividad en el Distrito de Columbia no sólo se observó una turba y la más elemental violación al orden establecido, sino a la base fundamental del Estado de Derecho. Los hechos ocurridos en aquel paradigmático recinto legislativo no sólo probaron la solidez de un modelo constitucional, sino la necesidad misma del Estado de Derecho. 

Lo anterior es evidente, y también lo peligroso estructuralmente si no se tiene conciencia de la necesidad de Ley y el respeto a la misma en un Estado Democrático. 

Vendrán serias y profundas reflexiones después de lo acontecido, y también reacciones de diferente orden. No se puede justificar la lucha por el poder con actos violentos que retan no sólo a la norma, sino a la sobrevivencia de la convivencia humana. 

Lo ocurrido seguramente tendrá todavía muy diversas reacciones de los actores políticos, que se deberán encausar para bien de la sociedad y como precedente de reacción ante la barbarie. También nos deben dejar en claro que son un reflejo, sí de provocadores expertos en publicidad y de manipuladores con interés mezquino e intereses distorsionados, pero además, son muestra de sociedades divisadas en extremos que, en el exceso, socavan a la sociedad misma. Provocar los extremos es inducir los excesos. 

Lo sucedido sí pone a prueba al Estado de Derecho, pero también es una prueba elemental e irrefutable de la necesidad del propio orden jurídico. Su prevalencia no es un tema  de capricho, ni de tendencia académica, sino de justicia y supervivencia. Hoy el mundo vivió y vio la necesidad del Derecho Constitucional. En eso ganamos todos.

POR ENRIQUE QUIROZ
*ABOGADO Y COLABORADOR