Sabemos que durante décadas la representación política fue profundizando poco a poco su crisis, y en los últimos años fue generando menos tolerancia en la población y mucho interés de los contrincantes políticos para explotarla.
La cima se alcanzó en el sexenio pasado, con la democratización de la corrupción, todos hasta el cansancio remando hacia sus propios intereses. El PAN, con la primera transición desde el año 2000 hasta el 2012. El PRI regresó del 2012 al 2018, creando el Pacto por México, que parecía ser el primer gran acuerdo nacional, que terminó como la cumbre de la repartición del dinero a costa de los ciudadanos. Los líderes de todos los partidos políticos y el gobierno sentados a la mesa, cada uno con una parte del pastel, y otra parte del escenario público. Todos, incluyendo la izquierda encabezada por Mancera y los más cercanos a Andrés Manuel López Obrador también, como por ejemplo, Manuel el güero Velasco.
AMLO lo captó y utilizó como su principal arma de campaña y la población entendió. Su tesis fue correcta y así ganó la elección. Fue un abuso, y es algo que debemos rechazar tajantemente para no regresar a ello. La población lo tiene muy claro, por ello mantiene al Presidente con números de aprobación por arriba de 50 por ciento, a pesar del escenario desastroso que vivimos actualmente en nuestro país. Las crisis en salud, economía, seguridad y la ineptitud de este gobierno son un hecho, es la realidad y no un argumento.
La respuesta y salida del Presidente de la República ha sido incorporar a los “chavorrucos”, por una parte, jóvenes como Zoé Robledo, Ricardo Peralta, Luisa María Alcalde, Mario Delgado, Cuitláhuac García, en Veracruz, y los merolicos Antollini, Gibrán, Estefanía y otros personajes con las mismas actitudes del pasado, pero con nuevo lenguaje; por otra parte están los viejos, Bartlett, Romo, Lomelín, en Jalisco; Bonilla, en Baja California; Barbosa, en Puebla, etc.
Esa respuesta fue especialmente contraria al régimen anterior, cómo el propio AMLO los definió, 90% lealtad y 10% de capacidad y talento. Ideal para una hiperconcentración de poder. Cero estrategia, cero talento, cero pericia, cero resultados. En consecuencia corrupción desbordada, de distinta manera. No la de amigos, compadres y cómplices. Sino la de simuladores, cínicos e hipócritas.
Nos queda claro que la tesis de AMLO fue correcta y la población votó por la antítesis. Sin embargo, la antítesis resultó ser peor que la tesis, y el problema se profundizó. Hoy en día todo es descontrol, agresión y confrontación. La exposición pública de los videos de Lozoya y el contraataque de Loret de Mola con Pío López Obrador y David León nos muestran el resumen.
El pasado es correctamente interpretado y descrito, el presente habla por sí solo, queda claro que el futuro no será ninguno de los dos proyectos. Porque la ciudadanía no aguantará ninguno de los dos modelos.
Tal vez fue necesario tener a AMLO, y hay que reconocerle un gran valor, le quitó a la población el miedo para cambiar, y nos demostró el riesgo que significa tener al frente de los destinos del país a alguien tan incompetente.
El futuro apenas se está generando, por ello varios políticos, instituciones políticas, educativas y sociedad civil tienen la gran responsabilidad de construir sólidos cimientos para edificarlo, porque hoy es clarísimo que, tanto los personajes del pasado, como los actuales le han fallado profundamente a México.
Estamos en el mejor momento para convocar a la población a intervenir y plantear un futuro distinto al que nos quieren orillar.
Quienes hemos tenido la oportunidad de haber leído más de tres libros entendemos la controversia Hobbes vs Rousseau. ¿El hombre es bueno o malo por naturaleza? ¿La sociedad es algo que mitiga el mal, o lo ha creado? [nota_relacionada id=1204263]
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ
amf / eadp