ANECDATARIO

Devuelvan el Guernica

Mi padre, descendiente directo del exilio republicano español, inició una infatigable cruzada a partir de entonces, solicitando al gobierno que “El Guernica” fuera al Museo del Prado

OPINIÓN

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Atala Sarmiento/ Anecdatario/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

A solo 6 meses de haber estallado la Guerra Civil en España, el pintor Pablo Picasso, quien entonces vivía en París, recibió la invitación por parte de una delegación española para que creara una obra que representara al país en su pabellón de la Feria Internacional de 1937.

Aunque renuente en un principio, el pintor malagueño comenzó su obra más impactante y emblemática entre mayo y junio del 37. Se cree que el cuadro tenía la intención de llamar la atención hacia la causa republicana en plena Guerra Civil y que, presuntamente, representa con crudeza la destrucción del poblado de Guernica tras los bombardeos aéreos del ejército alemán.

Ante el triunfo de la falange y una vez erigida la dictadura franquista en España, Picasso se inclinó porque su obra fuera custodiada por el MoMA de Nueva York y fuera devuelto a su país en el momento en que volviera la democracia. Así vivió el dramático cuadro el exilio y el destierro, como miles de hombres y mujeres españoles.

Hasta 1981 “El Guernica” de Picasso pudo volver para ser expuesto, un tiempo en el Casón del Buen Retiro, y luego ser trasladado, en el 92, al Museo Reina Sofía de Madrid en donde forma parte de la colección permanente.

Mi padre, descendiente directo del exilio republicano español, inició una infatigable cruzada a partir de entonces, solicitando al gobierno que “El Guernica” fuera al Museo del Prado. Opinaba que esa obra no pertenecía a un museo monárquico y que su simbólico y profundo contenido se contraponía totalmente a dicha tendencia; es más, tenía la férrea convicción de que si Picasso viviera se pondría furioso de saber que el cuadro con el valor artístico más importante de su carrera estuviera ocupando una de las salas del museo de la Reina.

Por años escribió una carta al mes, a la que titulaba “Devuelvan el Guernica”, solicitando con ahínco el traslado de la obra. El gobierno de España contestó atentamente a todas y cada una de sus misivas aludiendo que la obra de Picasso era para el disfrute de todo el mundo y que el “Museo Reina Sofía” era un espacio incluyente, neutral y general, lo que generaba que mi padre luchara con más tesón por su objetivo.

Aun así, cada vez que visitaba Madrid no reparaba en hacer una obligada visita, muy en contra de sus ideales políticos, al museo monárquico para delirar frente a su adorado “Guernica”. Su imponente blanco y negro de 21 metros cuadrados sobre un muro del museo lo emocionaban hasta las lágrimas y yo pasaba vergüenza.

Dos custodios gigantes impiden hacerle fotografías por cuestiones de derechos de autor. No importa, el recuerdo que yo quiero tener en mente es a mi papá llorando emocionado frente a su obra favorita, esa por la que luchó como un soldado de la batalla de Guernica.

POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI