COLUMNA INVITADA

La 4T en busca de la virtud

La Guía ética para la transformación se enfoca en asumir la responsabilidad de un nuevo régimen en construcción

OPINIÓN

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Ismael Carvallo/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México

Parece que toda arte y toda investigación, e igualmente toda actividad y elección, tienden a un determinado bien; de ahí que algunos hayan manifestado con razón que el bien es aquello a lo que todas las cosas aspiran.

Así comienza, como se habrá de saber, el Libro I de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, un texto eterno del siglo IV antes de Cristo que me recuerda aquélla tesis de Marx según la cual lo sorprendente del arte trágico griego de la antigüedad es el hecho de que, al margen de sus condiciones socio-históricas de configuración, nos siga estremeciendo en el presente. Pues eso mismo, porque en este texto, Aristóteles nos sigue hablando al oído.

El bien es entonces, según nos dice, aquello a lo que todas las cosas aspiran. Para explicarlo, divide su Ética más o menos en siete secciones (desarrolladas en diez libros): el bien y la felicidad; la responsabilidad moral; la justicia; las virtudes intelectuales y la prudencia; la razón, la pasión y el placer; la amistad; y por último la ética, la educación y la política. Es importante señalar que la parte final es una suerte de preámbulo a su Política, entendida como ámbito constitutivo donde la vida racional del hombre encuentra su máximo nivel de manifestación –desdoblada según los griegos en personalidad política (ágora), personalidad artística (teatro) y personalidad racional (filosofía)–, lo que significa también que es la ciudad (es decir la polis) el lugar por excelencia en donde el individuo llega a su ser personal y se cruza, por decirlo así —y aquí es donde nace trágicamente la historia—, con su razón de ser. O de otra forma: la ciudad es la estructura responsable de propiciar que el hombre pueda dar cauce racionalizado al ejercicio de las virtudes (sensibles e intelectuales).

Con esta tesis aristotélica dejaría yo de lado el falso dilema sobre si el Estado (o más bien Gobierno) debe o no ser el responsable de la educación ética o moral de la ciudadanía.

Es falso el dilema porque el gobierno interviene siempre, de alguna u otra manera, en la formación ética, moral, jurídica, cívica, ideológica y política de una sociedad, ya sea por vía directa (como ocurre con el sistema de educación pública), ya sea por vía indirecta (como ocurre con todo tipo de regulación gubernamental respecto de entidades educativas privadas, o respecto de los contenidos en medios de comunicación de todo tipo). El problema en todo caso es el grado de esa presencia configuradora (directa) o reguladora (indirecta), y el nivel de racionalidad o irracionalidad del sesgo ideológico-político que para cada caso procede reconocer.

La Guía ética para la transformación de México se inserta, me parece a mí, en la tradición aristotélica, en el sentido de asumir la responsabilidad de un nuevo régimen en construcción, el de la 4T, para dar cauce propiciador —según decimos— a un conjunto de principios y virtudes a fin de ordenar la conducta ciudadana. Son veinte principios en total, y de ellos hablaré en mi próximo artículo.

POR: ISMAEL CARVALLO
ASESOR EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@ISMAELCARVALL