TRES EN RAYA

“Con eso tenemos” (o el enamoramiento hacia AMLO)

El arrastre que tiene López Obrador no es con base de su monopolio comunicacional

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

En promedio, de acuerdo a las encuestas más recientes, la popularidad del presidente López Obrador ronda el 60%. Él, en su informe del martes con motivo de los dos primeros años de su administración, dijo que 71% de los mexicanos avalan su gestión y que “con eso tiene” la 4T.

Sea un porcentaje u otro, su arrastre es alto. Habrá quien diga que ello es falso, producto de ejercicios demoscópicos errados. Otros aceptarán que los números favorecen al primer mandatario, pero no al grado que él dice. Los demás sentirán que las cifras son absolutamente reales, pues viven embelesados con lo que dice el macuspano. Y aquí hay que poner el énfasis en la palabra SENTIR.

¿Quién no ha estado enamorado? Esa extraña sensación que invade el cuerpo y nubla el entendimiento. El sentimiento raya en lo sublime y quien en él se complace puede encontrar muchas o ninguna razón racional” para su sentir.



Pues bien, la explicación detrás de las cifras que nos comparten todas las casas encuestadoras, incluyendo las que utiliza la Presidencia, no es racional. Reflejan una popularidad que reside en el apego emotivo y que no se puede entender desde la lógica.

El arrastre que tiene López Obrador no es con base de su monopolio comunicacional. Tampoco en la distribución, con un sentido clientelar, que hace de los apoyos económicos. No radica en sus características (virtudes y defectos personales) ni en su estilo de vida, ni en que apela desde el punto de vista racional a los resentimientos y frustraciones de millones de mexicanos.

No. Está basado mayormente, si no es que únicamente, en un fenómeno emocional. El mandatario apela a las emociones de los mexicanos, de la misma forma que un galán incita a provocar las emociones de la mujer que desea conquistar. Andrés Manuel despierta las reacciones que le son favorables entre los mexicanos porque les dice no lo que quieren escuchar racionalmente, sino lo que la gente desea SENTIR emocionalmente. Y eso puede o no tener que ver con una realidad racional de las cosas. 

¿Y cómo es que sabe despertar esas emociones y esas reacciones emocionales en la gente? Sencillamente porque creció en las calles y lleva toda su vida recorriéndolas, palpando el sentir y las inquietudes de los mexicanos. Es gracias a ello que ha logrado tal nivel de enamoramiento en tantos ciudadanos.

Yo les sugiero a los críticos que dejen de buscar la racionalidad (buena o mala) detrás de lo que hace, ha hecho o hará AMLO. Una enorme proporción de la gente no lo está ‘midiendo’ o evaluando de esa manera. Su éxito, hay que entenderlo, radica en impactar la parte emocional del ser humano y, ahí, la satisfacción o es absoluta o es nula. No hay término medio, igual como se está o no se está enamorado.

Todo indica que ese apego emocional seguirá arrastrando en el 2021, mientras que la oposición —pero sobre todo las figuras que componen esa oposición— no sabrán cómo “conectar” con la parte emotiva de una buena parte del electorado ni ofrecer los bienes intangibles —pero de un alto valor, pues son sus emociones— que la población desea experimentar.

En este estado de “enamoramiento” poco importa lo que en la realidad suceda. Tampoco es fundamental lo que opinen del personaje los que no están enamorados de él. Ni siquiera que la realidad misma les azote con el desempleo, la traición o la muerte.

No hay fenómeno más impactante que el enamoramiento. Y el gozar no se torna en sufrir sino hasta quien lo siente se da cuenta que la realidad empaña lo vivido.

Sí, en algún momento habrá un punto de inflexión y quienes siguen teniendo a Andrés Manuel en tan altos niveles de aceptación tornarán su sentir. Pero, al igual que con la desilusión por el ser querido, dicho cambio no se sabe cuándo ni qué lo desata.

Las tempestades que ha sufrido el país (económicas, sanitarias, de inseguridad, de corrupción) no han sido suficientes para trastocar esas emociones, sentimientos y lealtades. No obstante, el enamoramiento se acaba. Y cuando la gran mayoría cambie su sentir, lo mucho que presume el presidente quedará reducido —racionalmente— en humo. En nada.

 

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM