COLUMNA INVITADA

Cinco hipótesis para lo inexplicable

Sorprende que a la mitad de la peor crisis sanitaria y económica de la que tengamos memoria

OPINIÓN

·
Alejandro Poiré / Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Sorprende que a la mitad de la peor crisis sanitaria y económica de la que tengamos memoria, con la inseguridad empeorando, y con servicios básicos como la educación de los niños y la salud de toda la población en lo que aparenta ser un desorden cabal, el presidente siga teniendo una alta aprobación. 

Planteo cinco posibles explicaciones, algunas de las cuales ya he compartido acá, pero que es necesario evaluar en conjunto. 

1. La oposición es muy débil. Cuando no es así, como fue en el caso del PRI en las elecciones extraordinarias de Coahuila, son capaces de ganar contundentemente. Lo mismo podría pasar en algunas otras contiendas locales del 2021. Pero los liderazgos nacionales de toda la oposición, y su propia narrativa, no han levantado cabeza desde la tunda de junio del 2018. 

2. La ventaja de comunicación del gobierno con mañaneras eternas y a modo. Tiene meses en que es notorio que fuera de Palacio Nacional al presidente le cuesta mucho enfrentar a los medios de otras ciudades, donde hay más cuestionamientos reales y un reporteo agudo que no se ahoga en el mar de lisonjas y centritos a gol que le ponen en CDMX. La permanencia de ese medio de propaganda artero y voraz podría estar también detrás de la alta aprobación. Esto ayuda a que no se le cobre al presidente la crisis económica ni la de salud, porque es su explicación de los hechos la dominante en los medios de comunicación. 

3. La narrativa anticorrupción del gobierno apuntalada con la notoriedad de detenciones espectaculares (incluso las hechas por otros gobiernos). Es claro que no hay sentencias firmes contra ninguno de los detenidos, que algunos de los señalados no parecieran estar siendo investigados, que muchas de las acusaciones mediáticas no han siquiera sido presentadas a la autoridad, y que otras más parecen inverosímiles o facciosas. Pero poco de ello importa, por ahora, si lo que había en el ánimo de la población es sed de venganza contra una corrupción rampante. A ello se suma que si bien no hay percepción de que la corrupción vaya bajando, el presidente tiene reputación de honestidad en lo personal, y es probable que muchas de las élites económicas y sociales no escapen al juicio de ser corruptos.

4. Los programas sociales del gobierno. No solo no importa que estén peor diseñados que los de sexenios pasados y que sus padrones no sean transparentes y estén debidamente cuidados. Es quizá por eso mismo que puedan capitalizarse aún más como mecanismo clientelar y de respaldo político. Aunado a otros lances como el incremento del salario mínimo, esto podría ser otro puntal de la popularidad presidencial. 

5. El elitismo persistente de los no morenistas. No me canso de criticar esta perversa noción de que el apoyo a AMLO es producto primordial de la ignorancia o la manipulación política de la población. Además de una explicación insuficiente, subyace a ella un elitismo perverso que supone que merece más influencia quien tiene mayor preparación o experiencia. Cada persona tenemos un voto, y un derecho inalienable de juzgar lo que nos conviene. Ello no quita que haya manipulación y abusos. Pero es enteramente probable que la gente los entienda y prefiera esta realidad a las alternativas existentes. 

Y de hecho es probable que esta última causa, en lugar de atenuarse, se intensifique en el ánimo de los opositores, lo que les acabe costando más. La noción de que "nosotros", los "buenos", sabemos más que quienes están de acuerdo con AMLO es la mejor gasolina para ese discurso populista que pinta a esas élites como notoriamente hipócritas y abusivas. Y como carne de cañón para la demagogia desde el poder. 

POR ALEJANDRO POIRÉ
DECANO CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@ALEJANDROPOIRE