COLUMNA INVITADA

Polarización política: el verdadero enemigo de la democracia

En los últimos 3 años hemos visto una creciente fragmentación y encono político en EUA, que ha traído como consecuencia una profunda división y polarización social

OPINIÓN

·
Dania Ravel / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El debate y la reflexión, así como el disenso en torno a determinados ideales políticos son ejercicios fundamentales en cualquier entorno democrático, sin embargo, la polarización extrema, la constante desinformación, la interpretación sesgada y un debate político en el que impera la descalificación y la calumnia al resto de los actores políticos, genera divisiones que degradan profundamente nuestra vida democrática.

Este ambiente antagónico, tan evidente en Estados Unidos, pero presente también en las democracias de otras naciones —como Polonia o Brasil, por mencionar algunas— ha sido parte de una ola populista, conservadora y xenofóbica que se ha intensificado y que ha aprovechado los estragos causados por la pobreza, la crisis económica e incluso por el mal manejo de la pandemia de COVID-19. Basta con asomarse a redes sociales como Twitter para notar la crispación política y la división abismal entre dos modos de pensar y ejercer la política. Esto no sólo se evidencia en los discursos de las y los gobernantes, sino también en la percepción y el diálogo proveniente de la ciudadanía.

El mensaje central es que está en contra, quien no comparte las mismas ideas, por lo que se convierte en ilegítimo y reprobable.

Esto, además de ser preocupante, termina por convertirnos en una ciudadanía poco tolerante, debido a que ambos grupos buscan deslegitimar a quienes piensan distinto y convertir al grupo opositor en el enemigo perverso a quien se debe combatir. En palabras de Jesús Silva-Herzog, si los populistas no inventaron la polarización, son quienes mejor la entienden y mayor provecho le exprimen, lo cual configura un proyecto de “democracia polarizada”, en la cual se percibe una gran hostilidad desde el poder público a todo aquello que cuestione las políticas, directrices o visiones provenientes desde el poder, simplificando el debate público a los antagonismos sin fin.

En el caso de los Estados Unidos, uno de los problemas centrales es que dicha división se incentivó desde el poder presidencial, es decir, desde el altavoz más grande del aparato gubernamental se promovió un sentimiento de desprecio, miedo y aversión al “otro” que no es como yo. Ya no se trata sólo que quienes se encuentran en el partido de oposición sean personas con ideas diferentes, sino de difundir la idea de que son una amenaza para la nación.

La discrepancia es uno de los signos vitales de la democracia, nos recuerda que hay personas que piensan distinto y que la propia diversidad política la enriquece. La democracia exige promover más puntos de encuentro, aceptar que entre el negro y el blanco hay un amplio abanico de grises, sin embargo, será imposible construir (en cualquier ámbito) si una opinión distinta propicia la descalificación extrema de las y los adversarios, si las diferencias se convierten en un signo de temor y preocupación y si se dejan de discutir ideas y se comienza a deslegitimar a quien piense distinto. Cuando existe polarización, el debate se vuelve tóxico e irrelevante para la democracia, pues lo que sale a flote representa la negación de las ideas contrarias y la maximización de esas diferencias.

Una investigación de la organización Pew Research Center, especializada en analizar la opinión pública en Estados Unidos, nos recuerda que la brecha política se extiende a otros niveles, como el caso de los medios de comunicación. La encuesta, realizada antes de las elecciones estadunidenses de 2020, analizó la confianza de los ciudadanos en los medios de comunicación y reveló que los medios que generaban mayor confianza entre los republicanos eran, a su vez, los mismos que causaban desconfianza entre los demócratas.

Por ejemplo, mientras que el 66% de los demócratas liberales confía en The New York Times, sólo 10% de los republicanos conservadores dice tener confianza en este medio, contra 50% que desconfía de lo que se dice en él.

Lo anterior podría no suponer ningún problema, si no fuera porque actualmente la ciudadanía está acostumbrada a convivir sólo con personas que comparten su misma ideología, y lo mismo sucede en el caso de los medios de comunicación, particularmente los no convencionales. Esto repercute en un fenómeno conocido como “cámaras de eco”, pues la clase política y el electorado conviven de forma cotidiana solamente con quien piensa igual, y esto termina por acrecentar el “odio a la oposición”, y en hacer sentir a la ciudadanía que la llegada al poder de alguien que piensa distinto tendrá consecuencias graves.

El eslogan de campaña de Ronald Reagan en 1980: "Let's Make America Great Again", enfatizaba la división utilizando un enemigo común y buscando a quien culpar de los problemas sociales y políticos a los que Estados Unidos se enfrentaba.

Esta forma de cohesionar simpatizantes termina por profundizar la brecha social, pues en lugar de defender posturas o propuestas, se centra en atacar a la oposición y en recordarle a sus seguidores que están unidos frente a un enemigo común al que hay que combatir y temer.

En el libro “Cómo mueren las democracias”, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt enfatizan un factor fundamental para que una democracia exista: la tolerancia mutua. Ésta consiste en recordar que quienes integran los partidos de oposición tienen el mismo derecho a competir y gobernar, así como a expresar sus ideas. Se centra en recordarnos que, aunque no estemos de acuerdo en todo, la oposición no está compuesta de personas traidoras y a veces pueden tener la razón.  Es importante que la clase política no olvide este principio, incluso a nivel discursivo, de lo contrario tendremos una profunda división social.

Es nuestro deber cuestionar las acciones de nuestros gobiernos y dejar de ver a quienes piensan diferente como enemigos para empezar a cuestionar sus ideas, así como construir puentes que nos recuerden que tenemos un objetivo en común: México.

Quienes tenemos un compromiso con el futuro de la democracia, tenemos que recordarle constantemente a la ciudadanía que la polarización genera graves divisiones que atentan contra la propia gobernabilidad democrática y, desde luego, tenemos que predicar con el ejemplo.

POR DANIA RAVEL
CONSEJERA ELECTORAL
@DANIARAVEL