COLUMNA INVITADA

Que nadie deje de mirar la pantalla

Las redes, ya se sabe, te acercan a tus similares, a tal punto que puedes terminar creyendo que todo el mundo, o casi todos, piensan como tú

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

El dilema de las redes sociales, de Netflix, es una exploración por los laberintos abismales del universo digital, y los guías son cocreadores y exdirectivos de las redes sociales más exitosas, quienes ponen en duda lo que ellos mismos contribuyeron a edificar. Personalidades creativas que trabajaron para uno o varios de los gigantes digitales, como Apple, Facebook, Fire Fox, Google, Instagram, Twitter y YouTube, entre otras, confiesan, lamentan, proponen.

Los testimonios son valiosos porque son de quienes impulsaron lo que ahora cuestionan y que ahora quisieran detener.

¿Qué son sus palabras: reflexión, revolución, confesión o denuncia?

“A través de las redes se comercia con humanos en billones de dólares”. “Las noticias falsas circulan seis veces más que las reales”. “Es toda una guerra por el control remoto.

Un país puede manipular a otro sin tener que invadir sus fronteras”. “Este es mi mundo, esta es mi comunidad. No lo odio, no quiero hacerle daño a Facebook ni a Google, sólo quiero reformarlos para que no destruyan el mundo”.

Primero resulta que estas empresas viven de la publicidad. No, lo que hacen es vender nuestros datos. No, más bien nos venden a nosotros, sus usuarios. Ya sabes, si no pagas el producto, tú eres el producto. ¿Yo soy el producto? Pero si no hago más que ver la pantalla. Sí, de eso se trata, de que no dejes de mirarla. Otro de los jóvenes dice que lo que venden es nuestra atención, y uno más matiza: lo que venden son certezas.

Claro, nos conocen bien. Y así crean modelos que predicen nuestras acciones. O las modifican. La invasión interna e indolora. Pero no sólo importa entender lo que venden, sino las consecuencias de su modelo de negocio: ¿Son también productos suyos la adicción, la soledad, los insultos, el caos masivo, la alienación, la polarización, el hackeo de las elecciones, la incapacidad para centrarse en los problemas reales?

Las redes, ya se sabe, te acercan a tus similares, a tal punto que puedes terminar creyendo que casi todos piensan como tú. Los que no piensan así son los otros, los enemigos, a los que hay que acosar, arrinconar, insultar, excluir y, si se da el caso, agredir, en un salto de lo virtual a lo real: de los celulares a las plazas, del linchamiento digital a la sangre en las calles.

Al margen de lo mucho que nos pueden dar las redes sociales, su modelo de negocio necesita de nuestros datos fatalmente. Primero se trataba de seguirnos y conocernos para vendernos algo, pero en el camino hubo un giro: nos conocieron tanto que se percataron de que no sólo podían predecir nuestro comportamiento, sino modificarlo. Como para pensarlo. El dilema de las redes sociales, de Netflix, puede ser un buen comienzo. 

POR MAURICIO FARAH
MAURICIOFARAG@HOTMAIL.COM
@MFARAHG