COLUMNA INVITADA

AMLO medita sobre la virgen de Guadalupe y Juárez

En Palacio Nacional se buscan subterfugios para maquillar que la pandemia está fuera de control. No hay maquillaje populista que aguante, ni pueblo que lo soporte

OPINIÓN

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Rodrigo Guerra López / Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La pandemia está fuera de control. El Centro Histórico de la capital se abarrotó el pasado fin de semana. La velocidad del contagio aumenta. El subsecretario López-Gatell declaró “intrascendente” el semáforo en la Ciudad de México. Las señales de que las cosas han ingresado a un oscuro escenario aparecen por doquier. La incompetencia de las autoridades intenta ser maquillada. En Palacio Nacional se buscan subterfugios, salidas de escape. El presidente Andrés Manuel López Obrador, en un arrebato, publicó en sus redes sociales el pasado sábado: “No hay mejor muestra de la responsabilidad del pueblo de México ante la pandemia, que esta imagen de la Basílica vacía en el día dedicado a la Virgen de Guadalupe. No olvidemos que, entre todos los símbolos, los mexicanos sitúan en primer lugar la veneración a la Virgen y en segundo el respeto a Juárez”. 

En efecto, la Basílica estuvo vacía, ya que con gran valor el cardenal Carlos Aguiar decidió no arriesgar la vida de los peregrinos que suelen visitar el Santuario y que el año pasado –según las cifras oficiales– alcanzaron las 10.8 millones de personas. En coordinación con la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social y la Alcaldía Gustavo A. Madero, se implementó un operativo y un cerco sanitario. El resultado fue óptimo. Y de inmediato me brota una pregunta: ¿cuál fue el liderazgo decisivo que ayudó a que la población respondiera pertinentemente? ¿Acaso fue Claudia Sheinbaum? Porque en diversos puntos de la Ciudad las cosas fueron otras… 

Con un 78 por ciento de ocupación hospitalaria y 4 mil 454 contagios positivos de COVID-19, muy cercanos al pico de 4 mil 533 del mes de mayo, las calles del primer cuadro de la capital estuvieron repletas de personas realizando compras navideñas. Sheinbaum y la Secretaría de Salud se resisten a hablar de “semáforo rojo”. No hay que causar pánico, se rumora. No vaya a ser que nos espantemos.

Así es como el Presidente difunde una fotografía con la Basílica vacía y su mención a la Virgen de Guadalupe la trata de compensar diciendo que el segundo “símbolo” más respetado en el país es la figura de Benito Juárez. No me es fácil salir de mi asombro. En primer lugar, porque no es evidente que exista un estudio semiótico que con rigor científico pueda colocar al prócer oaxaqueño en ese puesto. En segundo lugar, si algo ha quedado claro desde 1531 es que María de Guadalupe no resulta significativa al pueblo mexicano por su carácter de “símbolo”, sino porque la conciencia creyente la reconoce como un “acontecimiento”, como una presencia, no meramente informativa, sino performativa. Porque actúa y transforma, porque incide y genera pueblo. Ella está, acontece.

En Palacio Nacional esta y otras reflexiones análogas los rebasan. Entretenidos en cálculos electorales, preocupados por la oposición que comienza a unirse, los esfuerzos por ocultar la muerte y el creciente número de pobres en el país se amplían. 

Las encuestas son su consuelo. Pero la realidad tarde o temprano se impone. No hay maquillaje populista que aguante, ni pueblo que lo soporte. Al tiempo.

POR RODRIGO GUERRA
*PROFESOR-INVESTIGADOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL AVANZADA (CISAV)
RODRIGO.GUERRA@CISAV.ORG