Se cumplen dos años, un tercio del actual sexenio. Sabemos bien lo que se ha hecho (o lo que se ha deshecho) y a estas alturas se podría pensar que con lo realizado en este tiempo la 4T tiene al menos lista la plataforma para consolidar, de aquí en adelante, los proyectos e idea de nación que tiene en mente.
De las promesas a los hechos, hagamos un ejercicio hipotético pero no por ello poco serio de lo que podría pasar o vislumbrarse:
- Santa Lucía seguramente será inaugurado el 21 de marzo de 2022, cómo lo anunció López Obrador. Interesante adivinar si se tratará de una pista o de todo un conjunto de ellas. De igual forma, si para entonces contarán con las autorizaciones necesarias de las asociaciones internacionales para que puedan aterrizar y despegar de ahí los aviones de escala trasnacional.
- Dos Bocas será inaugurada, según López Obrador, el 1° de julio de 2022. Aunque será aún época de secas, viendo cómo van las obras y las inundaciones, tal vez dicha ceremonia se dé sobre un cayuco tabasqueño. Pero lo importante será saber si funcionará y sí su operación resultará a final de cuentas —esto es, para cuando termine el sexenio— en una refinación más económica y eficiente de la de los hidrocarburos que ahora se importan.
- Desastres Naturales. Nadie los desea, pero dado que a partir del 2021 ya no existirá el FONDEN, probablemente no habrá ningún tipo de apoyo federal para sortear este tipo de emergencias. En un país donde los sismos, huracanes, inundaciones y sequías son constantes, ¿Qué sucederá con cada nuevo desastre? Lo que hemos visto en Tabasco es apenas un tentempié de lo que viene.
- Pemex. A la petrolera más endeudada del mundo, la veremos con un panorama financiero aún más deplorable. El Banco Mundial considerará que, para evitar el cierre, requerirá mayor apoyo del gobierno y el FMI pedirá nuevamente que se posponga la construcción de Dos Bocas (bueno, eso hasta que la refinería no se inaugure). El panorama es de una empresa quebrada y cuyo futuro, independientemente o a raíz de las acciones de la 4T, solo será cada vez peor.
- Economía nacional. El desplome del PIB para este año se calcula en un 10%, pero más allá de los efectos de la pandemia, las decisiones erráticas del gobierno en el rubro solo vislumbran un descenso aún mayor en la inversión extranjera directa en nuestro país, y también que siga dándose una migración de capitales nacionales.
- Sistema de salud. Destruido el Seguro Popular y trastocado en INSABI, si se continúa con los lineamientos y acciones tomados hasta este momento, se puede esperar que quienes requieran de este sistema de salud y no tengan acceso a él se acumulen por millones. Los que sí reciban atención, tendrán cada día un peor servicio.
- Reforma fiscal. Aunque hasta ahora se ha dicho que no se aumentan los impuestos, la realidad señala que ello ya ha ocurrido. Pero más allá de esto, dada la inversión que se pretende siga fluyendo para los grandes proyectos y para los programas insignia, llegará el momento en que será necesario aumentarlos oficialmente. Ya el fin de semana, el mismo López Obrador pidió a estados y municipios aumentar sus tarifas impositivas. Ello no dará para mucho más.
- Cuidado del medio ambiente. En razón de las decisiones tomadas hasta este momento, se augura una disminución aún mayor de las selvas y áreas verdes de este país, y un aumento en la contaminación por la quema de combustóleo y carbón.
- Programas insignia de la 4T. Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida y otros que de por sí ya no tienen el dinero suficiente para ser fondeados, terminarán por eliminarse por completo.
- Corrupción. El cáncer que se dijo combatir y el cual sigue creciendo. Sobre la cuenta pública del 2019, la ASF menciona que 14 mil 47 millones de pesos no cuentan con documentación comprobatoria, eso sin considerar la auditoria a los programas insignia de la administración. Solo se puede pronosticar que la corrupción seguirá aumentando y las deficiencias detectadas en las auditorías se incrementarán.
- Modelo de gestión. Posiblemente lo más importante es que la administración gubernamental va a estar gestionada por una sola persona. Así, será un régimen de la gestión unipersonal, no de la abundancia, sino del desorden. Eso significa que habrá aún menos consultas con otros actores; es decir, estos no serán tomados en cuenta y habrá menos participación de otras voces.
Van dos años, y ante la pregunta de qué se espera, el futuro no es nada esperanzador.
POR VERÓNICA MALO
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