Pocas elecciones en Estados Unidos serán tan definitorias para el futuro del mundo como la que tendrá lugar el próximo martes. La polarización política en el país vecino, cada vez cercana a una división religiosa, ha hecho que no existan puntos de coincidencia prácticamente en ningún tema de la agenda pública, menos aún en la lucha contra el cambio climático.
En esta columna hemos escrito sobre la propuesta del candidato demócrata Joe Biden para invertir en las energías renovables y la infraestructura para la electrificación como una vía para incentivar la economía, generar empleos, al tiempo que se reducen las emisiones de carbono. De ganar la Casa Blanca, Biden re-introducirá las más de 100 regulaciones ambientales que revirtió el presidente Donald Trump. Biden también prometió regresar a Estados Unidos al Acuerdo de París, con lo que se buscará una mayor ambición en la reducción de emisiones, pues hoy estamos muy lejos de cumplir la meta de evitar el aumento de la temperatura a menos de 2ºC.
Mientras la atención se ha centrado en la contienda presidencial, los resultados en el Senado serán particularmente relevantes, pues ahí se aprueban tratados e iniciativas de ley que, por ejemplo, impongan límites al carbón en la economía, fijen un impuesto al carbono o un mercado de emisiones, apoyen las energías renovables o provean los recursos para programas amplios de infraestructura a nivel nacional.
Hoy, la mayoría que tienen los Republicanos, 53 frente a 47 escaños, les ha permitido enterrar muchas iniciativas ambientales no solo para enfrentar el cambio climático sino para proteger reservas naturales frente a la explotación petrolera. En estas elecciones, 35 escaños del Senado están en juego, pero solo 6 podrían cambiar de partido, ya que los demás estados tienen un sólido apoyo demócrata o republicano. Los demócratas tienen posibilidades en dos estados, Arizona y Colorado, aunque su senador en turno en Alabama parece vulnerable. Para asegurar la mayoría en el Senado, necesitarán ganar tres estados, si se reelige Trump, y dos, si Biden gana, puesto que entonces el Vicepresidente rompería el empate 50-50.
El cambio climático ha sido desplazado por la pandemia, la recesión económica, el racismo y la desigualdad en las actuales preferencias electorales. Pero sigue siendo una prioridad para los jóvenes y otros votantes indecisos, en particular mujeres blancas, de centro-derecha. Una encuesta de Data for Progress ha mostrado que, en los puestos para el Senado muy peleados en Arizona, Iowa, Maine y Carolina del Norte, el electorado favorece a candidatos que apoyan la acción climática, sobre todo si se asocia a la recuperación económica.
Por ello, muchos republicanos han de último momento apoyado iniciativas pro-ambientales. Paradójicamente, para ganar estos y otros estados clave, como Pensilvania, los demócratas, incluido Biden, también han tenido que moderar sus posiciones climáticas. En todo caso, conseguir la Casa Blanca no será suficiente. La mayoría en el Senado definirá el futuro climático, en EUA y en el mundo.
POR ISABEL STUDER
*DIRECTORA DE SOSTENIBILIDAD GLOBAL
ISABEL.STUDER@SOSTENIBILIDADGLOBAL.ORG
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