LA ENCERRONA

Adelgazar el Estado

No poder satisfacer demandas por falta de recurso, mina la confianza

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México.Créditos: Foto: Especial

En estos tiempos convulsos se podría pensar que la política no persigue ningún objetivo que conecte con la ciudadanía. Sin embargo, no es así, o no debería serlo, no desde la visión aristotélica de la política, donde cada ciudadano debe pertenecer y aportar para engrandecer a la polis y, para esto, se deberá de educar y gozar de tiempo libre, así como socializar con su entorno para perfeccionarse. Este concepto debería de permear, y no lo que hoy entendemos de él: un hartazgo llevado a la sinrazón de que “la política sólo sirve para los políticos”.

La política tendría que ser lo que nos define como ciudadanos, y no la implementación de esta; es decir, el sistema político o regímenes adoptados por los gobiernos tendrían que estar atados a una ideología o forma de pensar y de actuar. Hablar de la situación en el cartesiano político de partidos o de gobiernos, sería coincidir con alguna de las ideologías, grosso modo, izquierda o derecha, donde la primera sitúa a la sociedad en su conjunto como el centro de su acción y, con un pensamiento de derecha, se tendría que anteponer al individuo como un todo. 

Reflexionando en la situación actual del país, el partido en el gobierno y la llamada cuarta transformación, se podría confundir con una ideología de izquierda; sin embargo, parece que sólo es así en el discurso, porque cada acción realizada va en contrasentido de esas falsas banderas. Retirar los apoyos a la investigación científica, menguar la cultura o no invertir en salud y educación, contraviene a un gobierno enclavado en la izquierda.

Otra característica importante de la izquierda es el fortalecimiento del Estado, instituciones robustas, bien formadas y con capacidades probadas para hacer frente a los embates del individualismo y del mercado. Cuestión que ni en Morena ni en la 4T ocurre. Hoy se puede observar que, aludiendo a la austeridad republicana, se adelgazan las dependencias hasta dejarlas en los huesos. El funcionariado no merece el trato que debería y, mucho menos, se alienta la profesionalización. Recién instalada la nueva administración hubo un éxodo de burócratas que se llevaron su expertise, conocimientos y funcionamiento del entramado institucional que se necesita. En este gobierno se valora más la lealtad que el quehacer profesional.

Aunque el Presidente repita que el adelgazamiento del Estado conlleva un ahorro, que se destinará a apoyos y programas de transferencia, la realidad es que se está dilapidando lo hecho en materia de construcción del marco institucional mexicano, la administración pública y el fortalecimiento de la democracia. El no poder satisfacer las demandas públicas por falta de recursos está minando la confianza en su gobierno y profundiza las desigualdades. La sociedad mexicana no merece que en dos años de la 4T ya se experimente un retraso sustancial en todos los ámbitos de lo público, que costó décadas edificar.

Por ADRIANA SARUR.
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