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Ambiente ¿prioridad internacional?

En Groenlandia se alcanzaron temperaturas cálidas históricas, provocando que en horas se derritieran 11 mil millones de toneladas de hielo.

OPINIÓN

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Cada vez es más frecuente que los medios masivos transmitan noticias sobre el calentamiento global, pérdida de la biodiversidad, mala calidad del aire, contaminación de los mares, entre otras. Me parece que esto es muy positivo, sobre todo porque contribuye a la conciencia pública de los graves problemas ambientales que enfrentamos —en gran medida provocados por el modelo de producción y consumo prevaleciente desde hace décadas— y que son una amenaza a la seguridad internacional.

No obstante esa creciente atención, sigue sin ser una prioridad para los gobiernos la “seguridad ambiental”, la cual es un concepto relativamente nuevo en las relaciones internacionales que se refiere a la capacidad que tienen los problemas del medio ambiente para desestabilizar el sistema internacional, llegando al extremo de generar conflictos bélicos.

Hace unos días supimos que en Groenlandia se alcanzaron temperaturas cálidas históricas, provocando que en pocas horas se derritieran 11 mil millones de toneladas de hielo. De continuar esta tendencia, sumándole el derretimiento de los polos, el resultado inevitable será la elevación del nivel del mar. Imagine usted entonces que el Istmo de Tehuantepec comience a quedar bajo el agua. ¿Qué respuesta podría tener nuestro gobierno? ¿A dónde emigrarían los habitantes de la zona? ¿Se imagina usted el caos económico y social?

Ahora multiplique eso a escala global y piense también en aquellas naciones, como las islas del Pacífico Sur, que estarían condenadas a desaparecer, literalmente. ¿Puede prever la presión sobre el sistema internacional? ¿Las Naciones Unidas podrían coordinar una respuesta eficaz? ¿No cree que algunos países podrían caer en la tentación de usar sus ejércitos para “proteger” sus fronteras de las oleadas migratorias?

Eso es tan sólo un ejemplo de lo que se estudia en la seguridad ambiental, además de otros fenómenos como la competencia por los recursos pesqueros en aguas internacionales, la desertificación que generaría problemas de abastecimiento alimentario o la escasez hídrica que puede llevar a países vecinos a luchar por las aguas compartidas, entre otros.

La clave de todo esto son las acciones que se pueden tomar hoy. La respuesta ha sido lenta y no se han alcanzado los consensos necesarios —volviendo al ejemplo del cambio climático— para detener las emisiones de gases de efecto invernadero, producto de nuestras actividades económicas, por lo que el resultado es lo que estamos viviendo: temperaturas históricamente altas.

Si los gobiernos no comienzan a incorporar en sus análisis de escenarios la seguridad ambiental, los problemas del medio ambiente seguirán percibiéndose como hasta hoy: no son para nada la más alta prioridad. Es una pena, pues tenemos el tiempo en contra. Aunque aún hay esperanza.

POR MARIO DUARTE VILLARELLO

*Profesor en la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México*