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AMLO, ¿Cambio de régimen?

El mandatario sostiene que consolida las bases para la transformación, para que los cambios sean irreversibles

OPINIÓN

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Hace unos días, el presidente López Obrador cumplió un año en el gobierno, por lo que bien vale la pena evaluarlo en función de lo prometido. Durante la campaña, la promesa del presidente fue de lograr un cambio de régimen, de consolidar una verdadera transformación, la 4ª en la historia del país. Al momento, el mandatario sostiene que está consolidando las bases para la transformación, para que los cambios sean irreversibles e incluso pidió un año más para que el cambio sea definitivo. Al margen de todo lo prometido, el cambio de régimen ha sido una constante en el discurso presidencial, podría incluso decirse que es su obsesión. El presidente lo cree y lo establece no sólo con su discurso, sino en los eventos. Hemos visto representaciones de las transformaciones previas en los eventos del 16 de septiembre y del 20 de noviembre.

En principio, pareciera difícil hacer un cambio de régimen, ya que implica rehacer en un sexenio lo que se ha estado haciendo en los últimos cinco. Además, las tres transformaciones previas han sido de muchos años y dos de ellas se generaron a partir de movimientos armados. Contrario a esto, lo que el presidente ha mencionado es que éste es un cambio pacífico y ordenado, pero a la vez acelerado y radical, lo cual supone un verdadero reto. Después del primer año y al analizar los cambios que se han dado, ¿es posible afirmar que estamos en un cambio de régimen? Detener y procesar a una exfuncionaria de la administración anterior, reducir el huachicoleo y reducir los dispendios del gobierno no son cosa menor, pero no parece que alcance para decir que es un cambio de régimen; sin embargo, analicemos más a profundidad.

Para poder hablar de cambios verdaderos, implica que sean de forma y fondo. En cuanto a la forma, todo ha cambiado. Estamos frente a una nueva forma de hacer política, el presidente ha impulsado un cambio, especialmente en la forma en la que ejerce el poder. Tenemos un presidente honesto, más cercano a la gente, que recorre el país todas las semanas, que informa todos los días; lo cual no se había visto nunca, no obstante, no sólo se requiere un cambio de forma sino de fondo, aquí también hay avances.

El cambio de régimen ha traído consigo un nuevo marco legal que corresponde a la exigencia de la ciudadanía, que estaba harta de los gastos suntuosos en el gobierno, de la corrupción rampante y de los abusos del poder político.

No ha sido como en el sexenio de Vicente Fox, que sólo fue un cambio de estafeta, sin modificar prácticamente nada. Los cambios legales que ha impulsado el presidente buscan desterrar la corrupción del país, porque ese es uno de los pilares sobre los que se construyó el régimen neoliberal; separar el poder político del económico, lo que explica la cancelación del NAIM y la eliminación de la condonación de impuestos de los grandes empresarios, además de poner en el centro de las políticas públicas a los más necesitados.

Un cambio de régimen sólo se puede analizar a la luz de la historia —al término de su sexenio—, por lo que aún no ha sucedido e implica necesariamente una ruptura con el pasado. Si ese rompimiento se traduce en una sociedad justa y más segura, lo habrá logrado. Como todo cambio que se propone, encontrará obstáculos y resistencias, además de que se cometerán errores en el camino, pero debemos estar contentos, ya que apenas es el primer año.

POR ARTURO ÁVILA ANAYA

@ARTUROAVILA_MX

*PRESIDENTE IBN/B ANALITYCS Y EXPERTO EN SEGURIDAD NACIONAL POR HARVARD (NIS)

@ARTUROAVILA_MX

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