ENTREVISTA EXCLUSIVA

Luchan por ofrecer a las mujeres una segunda oportunidad

Doblemente estigmatizadas, las mujeres que han sido privadas de su libertad encuentran en La Cana el apoyo necesario para reintegrarse a la sociedad

NACIONAL

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Pocas cárceles para mujeres en el país fueron levantadas con perspectiva de género.Créditos: Cuartoscuro

En teoría, uno de los paradigmas que existen en torno a la reclusión de personas que han cometido algún delito y por él han sido sentenciadas es que, pagada su pena, puedan reintegrarse a la sociedad.

En la práctica esto es muy poco frecuente, en buena medida debido al estigma que permanece, casi imborrable, sobre las personas que han cumplido alguna condena. Esta situación es aún peor en el caso de las reclusas.

“Desgraciadamente en México hay esta doble sentencia para las mujeres que están en prisión: ellas no pueden ser malas y lo peor que te puede pasar es irte a prisión, entonces tienes la sentencia que te pone un juez de los tantos años que vas a pasar en prisión, pero también para tu familia muchas veces dejas de existir.

“Se te cae esta red de apoyo, para las parejas muchas veces dejan de existir, y entonces pues como ya no estás para cuidar hijos y para hacer de comer, pues entonces ya no sirves”, explica Jimena Bello, directora de relaciones institucionales de La Cana.

Una doble condena

Aunque en el discurso la perspectiva de género tiene un lugar preponderante, en los hechos resulta complicado que este sea uno de los argumentos que permitan comprender y hacer más justos todos los procesos en los que las mujeres están involucradas.

Vivir la cárcel como mujer y como hombre es totalmente distinto en este país, de por sí, afuera, que tenemos más privilegios, hay un tema cultural muy fuerte, hay un tema machista, que también se da en las cárceles.

La mayoría de las prisiones ocupadas por mujeres en México no fueron creadas con este fin. Foto: Cuartoscuro

“Las mujeres que están en prisión son solo entre el cinco y el seis por ciento de la población penitenciaria en total. Entonces, hay muy pocas cárceles en México que están construidas con perspectiva de género. Más bien son cárceles de hombres, que un pedacito lo hacen el espacio de mujeres”, señala Bello.

La falta de espacios de reclusión adecuados para las mujeres que están privadas de su libertad es solo la punta del iceberg de una problemática que va más allá de la reclusión e incluso afecta la posterior reintegración social de las internas.

Un apoyo dentro y fuera de prisión

De la observación de estas necesidades y del deseo de hacer algo para cambiar el presente y el futuro de las internas nace La Cana, un proyecto social que ayuda a que las mujeres tengan las herramientas para mejorar significativamente su calidad de vida.

“La Cana es un proyecto social que trabaja con mujeres privadas y exprivadas de la libertad. Iniciamos hace ocho, nueve años y todo empezó porque las cuatro socias fundadoras estaban estudiando la carrera, tres de ellas son abogadas y como parte de las prácticas tenían que ir a un penal a dar asesoría jurídica y se dieron cuenta de lo difícil que es. 

La Cana es un programa que le permite a las mujeres tener una mejor vida dentro y fuera de prisión. Foto: Cuartoscuro

“Crearon un modelo de reinserción social en donde, por medio de diferentes actividades de capacitación laboral, salud mental y educación, arte, cultura y deporte dentro de once penales, las mujeres puedan aprender un oficio, sanar y entender muchas cosas, principalmente sobre violencia de género, que puedan vivir de una manera más digna cuando están adentro y tengan una segunda oportunidad real una vez que salen de prisión”, señala Jimena Bello.

El acompañamiento que hace la organización es clave para la reinserción social. Foto: Cuartoscuro

Pero el apoyo de La Cana, programa que ha sido elegido por la agencia de Estados Unidos para la ayuda internacional como beneficiaria, no se queda entre rejas: el seguimiento de los casos fuera de prisión, el apoyo psicológico y social es clave para darles una nueva vida a las mujeres.

“Al salir de prisión trabajamos con ellas. Una vez que salen, las cachamos y vamos caminando juntas en este regresar a tu casa, que pues igual y fueron cuatro meses, pero igual y fueron veinte años, regresar a esta sociedad en donde si pasó mucho tiempo, pues ahora hay segundo piso, Metrobús, le pones tarjeta al Metro, smartphones, como todas estas cosas que son muy muy raras”, concluye.

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