“El Barbarino” era compadre de Joaquín “El Chapo” Guzmán y al ser un cercano del fundador del cártel de Sinaloa, tenía un papel importante dentro de los organización; sin embargo, a consideración de la organización criminal, el narco comenzó a abusar de su poder para atentar en contra de la población de Culiacán.
Francisco Aceves Urías o Francisco Aceves Araujo llegó a ganar presencia dentro del crimen organizado por lo que llegó a tener un famoso narcocorrido titulado “Regalo caro”. La forma de actuar de “El Barbarino” se basaba en que presumía tener compadrazgo además con Ismael “El Mayo” Zambada y de su hijo Vicente Zambada Niebla, alias “El Vicentillo”.
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¿Por qué castigaron a “El Barbarino”?
Al asegurar que era compadre de los dos fundadores del cártel de Sinaloa, “El Barbarino” pensó que podía hacer todo lo que él quisiera, situación que aprovechó para cometer robos y extorsiones contra la personas de la capital sinaloense; sin embargo, su comportamiento llegó hasta los altos mando del cártel que decidieron tomar cartas en el asunto.
El líder narco que pidió el castigo en contra de “El Barbarino” fue Ismael Zambada García; que pese a su deseo, consultó su pedido a Guzmán Loera en el tiempo que estuvo preso en el penal del Altiplano por segunda vez. El intermediario de la comunicación entre los fundadores del cártel de Sinaloa fue Dámaso López Núñez, quien le dio la respuesta al “Mayo”.
La queja de Zambada fue que Francisco Aceves se “portaba mal”, y aunque para el propio Ismael Zambada le era dolorosa la medida, debían castigar el entonces sicario del cártel, lo cual era con la muerte. De modo que “El Barbarino” tenía definido su futuro y los días contados como capo de Sinaloa.
“El Barbarino” se refugió en Dios pero fue ejecutado
“El Barbarino” era vecino del poblado Campo Nuevo de Pericos en Mocorito, Sinaloa. En 2015, el capo se encontraba comiendo en el restaurante Cayenna ubicada en el bulevar Francisco Labastida Ochoa en el desarrollo Tres Ríos. Al salir del recinto, “El Barbarino” subió a su automóvil.
Ese lunes, “El Barbarino” estaba solo, sin sus más de 20 escoltas con los que solía estar, tal vez presentía que iba a recibir su castigo. Cuando estaba dentro de su Nissan Tiida color gris con placas del estado de Chiapas, un grupo de sicarios comenzaron a disparar con fusiles de alto calibre.
El resto de los carros dentro del restaurante quedaron con los impactos de bala mientras que el cuerpo de “El Barbarino” quedó junto a la puerta de su carro donde quiso escapar, pero no alcanzó a abrir. En el estacionamiento quedaron casquillos de “cuerno de chivo” y de 9mm. Aunque previo al día de su muerte se acercó a Dios, no evitó salvarse de las órdenes del “Mayo” que “El Chapo” respaldó.