TRADICIÓN MEXICANA

Organilleros en la CDMX: el sustento económico de familias y la magia sonora de la ciudad

Jerónimo y Claudia trabajan como organilleros en la Ciudad de México para sacar adelante a sus familias, pero también para cumplir sus sueños

NACIONAL

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Claudia es organillera para terminar de pagar sus estudios. Créditos: Especial.

Es un mediodía de sábado en el Zócalo Capitalino de la  Ciudad de México (CDMX). Hay gente, los comerciantes ambulantes no dejan de ofrecer el "lindo regalo para el niño, para la niña" y desde casi cualquier lado destaca Palacio Nacional y la Catedral. Pero, existe un sonido que decora todo el ambiente: el del organillo

Con la tonada de canciones como "Cien años" o "Las Golondrinas", las y los organilleros llenan de vida los más de 46 mil metros cuadrados que integran la explanada de la Plaza de la Constitución y sus calles aledañas. Sin embargo, detrás de cada uno de ellos hay tradición, cultura, y sobre todo historias como las de Jerónimo y Claudia. Te las platicamos. 

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Jerónimo lleva toda su vida trabajando como organillero. Créditos: Especial. 

Se le conoce como "organilleros" a las personas que manejan el "organillo", un instrumento que funciona con base en el aire y que tiene sus antecedentes en el siglo XVII en Europa. Físicamente es una caja portátil con una manivela que es la que acciona el mecanismo interno que a su vez cuenta con la capacidad de reproducir hasta ocho piezas ya grabadas. No obstante, en la CDMX es más que eso.

Jerónimo es un hombre que durante gran parte de su vida ha sido organillero. Inició a tocar este tradicional instrumento cuando apenas cumplió la mayoría de edad y actualmente lleva alrededor de 35 años dedicándose al noble oficio que le heredó su padre

Y es que sí, el organillo que ahora utiliza es el mismo que usó su antecesor. De hecho, es un artefacto tan antiguo que tiene 300 años de edad y aunque es originario de la época de Porfirio Díaz, pasó de generación en generación hasta llegar a sus manos. 

"Mi padre nos trajo a esto. Toda su infancia trabajó en esto, desde que era pequeño hasta que Dios lo recogió", expresó el señor Jerónimo en entrevista para El Heraldo. 

¿Cuánto ganan los organilleros en México? De la tradición a ser una fuente de ingresos

Amante de todo tipo de música y de todos los colores, Jerónimo es padre de cuatro hijos, a quienes también les heredó la tradición de tocar el organillo y aunque no sabe si sus nietos seguirán la cadena familiar, él piensa que este oficio "nunca se va acabar", porque además de ser una tradición, es el sustento de muchas familias. 

Jerónimo tiene en el organillo su principal fuente de ingresos. Créditos: Especial. 

Mientras que se alcanzaba escuchar algún bolero de fondo, Jerónimo narró que él trabaja de lunes a domingo, ya que ser organillero es su principal fuente económica. Pese a que reconoce que las ganancias han ido bajando con el paso del tiempo, al día consigue obtener alrededor de 300 pesos, lo que le permite sacar adelante sus gastos mientras disfruta lo que hace. 

"Para ser organillero se necesitan las ganas y la fe, nada más", expresó Jerónimo con una sonrisa en el rostro. 

¿Cuántos organilleros hay en México? ¿Y sus historias?

En México hay más de 300 organilleros. Créditos: Pexels/archivo. 

De acuerdo con reportes periodísticos, en el país existen alrededor de 378 personas registradas en la Unión de Organilleros de México. No obstante, detrás de cada una de ellas, hay historias de gente que utiliza ese instrumento para sacar a sus familias adelante o incluso para seguir sus sueños y continuar con sus estudios. Ese es el caso de Claudia.

Claudia Hernández es una joven que estudia Estilismo por las mañanas y trabaja como organillera por las tardes. Aún así, su día empieza desde muy temprano ya que debe preparar y llevar a sus hijos a la escuela a las 9:00 horas del día para posteriormente ir a la suya y dar inicio con sus clases. 

Al terminar sus lecciones de la jornada, la joven regresa por sus hijos a sus centros educativos y vuelve a su casa para ahora sí prepararse y partir desde Constitución hasta el Eje Central Lázaro Cárdenas en el centro de la ciudad a fin de iniciar a trabajar y así poder seguir su meta de terminar sus estudios. 

Claudia trabaja para pagar sus estudios. Créditos: Especial. 

El organillo: un instrumento musical y de vida 

Claudia lleva un año tocando el organillo desde que su cuñada la invitó a dedicarse a esta bella tradición. Aunque al principio le daba temor la reacción de las personas que se encuentra a diario en la calle, con el paso del tiempo se dio cuenta de que era un trabajo muy noble que le permitía pasar tiempo con su familia, y sobre todo seguir con sus otras actividades. 

De hecho, su interés por el oficio ha crecido tanto que Claudia ha aprendido varias cosas. Descubrió que antes los organilleros tenían un changuito real en su instrumento, quien era el que pedía dinero a la gente. Sin embargo, también comenzó a percibir el gran aprecio que la gente le profesa a la música que emite su herramienta de trabajo. 

"Conoces a mucha gente y aprendes a apreciar a la gente que te sorprende. Aveces hay gente que va cargando su bolsa, las deja y se regresa para darte. Yo valoro mucho eso", dijo Claudia. 

Los organilleros: parte de la magia en la CDMX

Los organilleros llenan de vida a la CDMX. Créditos: Pexels/archivo.

Jerónimo con toda una vida dedicada al organillo y Claudia con la esperanza de que ese instrumento le ayude a cumplir sus sueños, tienen un aspecto muy importante en común. Ambos saben que su trabajo es una actividad que no debería acabar nunca. 

Y es que además de que los dos reconocen que esta labor les ayuda a salir adelante económicamente hablando, también se dan cuenta de la tradición que representa y de la felicidad que causan en las personas cuando giran la manivela del instrumento mientras ellas pasan hacia cualquier parte. 

Jerónimo se siente contento cada vez que él está tocando el organillo y la gente además de darle alguna moneda comienza a cantar o a bailar al ritmo de la música. Precisamente por ello, tiene la convicción de que es y será una tradición que perdure para siempre. 

Algo similar le ocurre a Claudia, una mujer que no deja de estar agradecida con todas aquellas personas que por un par de segundos interrumpen sus recorridos con tal de brindarle una cooperación, dinero que además de contribuir a preservar algo icónico en la ciudad, también está ayudando a que los sueños de quienes están detrás, no se frenen. 

"Yo sé de dónde está saliendo y nunca se me va a olvidar. Algún día si yo logro terminarlo, cuando yo los vea (a la gente) no los voy a pasar desapercibido", finalizó la joven.