MIGRACIÓN EN MÉXICO

Jesús Mendoza, el peluquero mexicano detrás de “La esquina de los venezolanos”

Este emprendedor ha sido pieza clave en la comunidad de migrantes venezolanos que llegan a México con la esperanza de cruzar a Estados Unidos

NACIONAL

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Jesús Mendonza es propietario de Estética Unisex 2000, donde trabaja con migrantes venezolanos.Créditos: Jacqueline Soní.

Si las calles hablarán, contarían muchas historias. Aunque eso no sucede, hay personajes que sobresalen dentro de sus comunidades. Un ejemplo es Jesús Mendoza, quien tiene 53 años de edad y prácticamente toda su vida la ha vivido en Santa María la Ribera, una de las colonias más conocidas de la alcaldía Cuauhtémoc, en Ciudad de México.

“Don Chucho” Mendoza, como es conocido en la zona, trabaja cada día en lo que le apasiona: la peluquería. Es dueño de Estética Unisex 2000 cuyo local se ubica en en las calles Amado Nervo y Dr. Enrique González Martínez, en la llamada “La esquina de los venezolanos”.

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La estética del peluquero se encuentra en las calles Amado Nervo y Dr. Enrique González Martínez, en Santa María la Ribera. Jacqueline Soní.

La historia de cómo surgió “La esquina de los venezolanos”

En entrevista para El Heraldo de México, el peluquero recuerda que en 2023 cambió la dinámica de la colonia debido al arribo de migrantes latinos que buscaban refugio. “Primero llegó la ola de cubanos”, recuerda Jesús Mendoza. “Luego empezaron a llegar los venezolanos y haitianos”. Los primeros decidieron abandonar su país por la situación política que afronta y se asentaron en Santa María la Ribera, mientras que los segundos se ubican entre las colonias Buenavista y Guerrero.

Una característica de Santa María es que cuenta con varias casas de huéspedes. Dos de las más sobresalientes se encuentran en la calle Dr. Enrique González Martínez, entre Héroes Ferrocarrileros y Carlos J. Meneses; de hecho, por la llegada de los venezolanos, las rentas incrementaron considerablemente. Por lo tanto,  “Chucho” Mendoza se volvió vecino de la comunidad de venezolanos instalada en la zona.

 “Primero llegó la ola de cubanos. Luego empezaron a llegar los venezolanos y haitianos”

El peluquero indica que varios venezolanos abarrotaron las banquetas para instalarse y ofrecer cortes de cabello. Esto generó críticas en la zona, y los mismos vecinos empezaron a pedirles que se retiraran, pero un venezolano encontró una oportunidad de trabajo con Jesús Mendoza. “Mauro vino a hablar conmigo y me pidió chance para trabajar en la estética”, comparte “Chucho” Mendoza.

El primer migrante venezolano en pedirle trabajo a Jesús Mendoza se llama Mauro y ahora ya está en Nueva York. Jacqueline Soní.

Cortes en 80 pesos para los migrantes venezolanos

El único problema era que Mauro cobraba 50 pesos por corte debido a que era lo máximo que en ese momento podían pagar sus compatriotas, mientras que el peluquero cobra 120  pesos por el corte de caballero y dama. Ante esto, Jesús Mendoza le hizo una propuesta al migrante de Venezuela: que cobrará 80 pesos para que ambos se beneficiaran. Cuando el trabajo incluye barbería, los venezolanos suben la tarifa a 120 pesos.

“Él se quedaba con los 50 (pesos) íntegros que cobraba y yo ganaba 30 (pesos)”, explica el “Chucho” Mendoza quien les brinda un espacio seguro a los venezolanos, así como el equipo y los servicios necesarios para trabajar como peluqueros. Destaca que muchos venezolanos llegan sabiendo de peluquería porque lo han puesto en práctica en Venezuela e incluso en Colombia, donde han trabajado, pero hay otros que han aprendido en el camino.

“No tendrán para comer, pero sí para la vanidad. Cada 15 días vienen para cortarse el cabello”

Por lo mismo, el peluquero expone que los migrantes venezolanos aprendieron a hacer sus propias oportunidades partiendo de una necesidad en su propia comunidad: verse bien. “No tendrán para comer, pero sí para la vanidad. Cada 15 días vienen para cortarse el cabello”, subraya Jesús Mendoza. 

“Chucho” Mendoza indica que los venezolanos sólo atienden a personas de su comunidad, mientras que él a sus clientes de toda la vida. Pero si alguno de sus clientes de confianza quiere ser atendido por un extranjero, se hace así porque el punto es brindarle al cliente lo que pide.

En la estética, los migrantes venezolanos cuentan con un espacio seguro para trabajar, así como con equipo y los servicios básicos. Jacqueline Soní.

También considera que los venezolanos tienen un estilo particular y por eso es un negocio redondo para ellos. Incluso dice que muchos podrían emprender en México porque es seguro que tendrían éxito, pero tienen una meta clara: llegar a Estados Unidos. Sin embargo, es consciente de que los venezolanos van a trabajar con él entre tres y cuatro meses, que es el promedio que se quedan en Ciudad de México, antes de obtener la anhelada cita que es su pase para llegar a Estados Unidos, como pasó con Mauro, quien ya está en Nueva York.

De 2023 a la fecha, el peluquero ha contratado a unos 12 venezolanos; actualmente trabaja con tres migrantes en su estética. Aunque algunos vecinos “ven mal” a los venezolanos, el peluquero dice que les dará trabajo hasta que se pueda. “Mucha gente no se siente a gusto, pero es porque no ha vivido esa situación de tener que irse de su país. Si esas personas vivieran lo mismo, necesitarían un país que los acoja”, afirma Jesús Mendoza.

 

Peluquería, la pasión que hizo que Jesús Mendoza emprendiera

“Chucho” Mendoza indica que se ha animado a hacer equipo con los migrantes venezolanos porque reconoce todo lo hacen. Además, el peluquero sabe qué es empezar desde cero porque eso sucedió con él en su juventud.

Antes de tener Estética Unisex 2000, el peluquero estudiaba y luego iba a trabajar como “chicharito” (barría y limpiaba) en la Estética París situada en la colonia Del Valle, en la alcaldía Benito Juárez. Durante la charla, enfatiza que no sabía nada de peluquería, pero expresa que le encantaba observar el trabajo de sus jefes.

“Quería que me diera chance de emprender, chance de volar”

Debido a su interés en la peluquería, Jesús Mendoza recibió el apoyo de sus jefes, quienes le financiaron las clases de peluquería y estilismo que en su época, subraya, eran costosas porque no era un negocio tan popular; posteriormente, él les pagó el apoyo. Al tener los conocimientos básicos, entre los años 1982 y 1984 empezó a trabajar con una persona a quien identifica como “el maestro Mauricio”, a quien, además, considera su “sensei”.

Por el momento, Jesús Mendoza trabaja con tres venezolanos que cobran $80 por el corte. Jacqueline Soní

Aunque “Don Chucho” subraya que el maestro y él hacían buena mancuerna, las ganas de crecer y abrirse camino eran mayores. Esto lo hizo tomar una decisión: emprender. Lo más complejo fue hablar con su “sensei”, a quien le dijo que lo único que quería era “que me diera chance de emprender, chance de volar”.

Envidia y competencia, los retos de ser peluquero

Para el emprendedor esta plática fue definitiva, sobre todo porque indica que dos retos de ser peluquero o estilista son la envidia y la competencia. “Le dolió tanto mi partida que al final me dejó ir”, expone el peluquero, quien en 1984, antes de tener su propia estética, viajó a Nueva York, Estados Unidos, para aprender más de la peluquería porque “actualizarse seguidamente es parte de este negocio”.

“Lo latino que somos con los latinos”

Aunque llegar a La gran manzana fue un sueño para Jesús Mendoza, ir al extranjero le hizo darse cuenta de su realidad como mexicano y latino: “lo latino que somos con los latinos”. Con esto “Chucho” Mendoza hace referencia a la envidia y rivalidad que hay entre los latinos, como sucede en el gremio de la peluquería,  ya que “son muy envidiosos, todos nos metemos el pie”.

“Chucho” Mendoza recuerda que su viaje duró tres meses, tiempo en el que estuvo en el Campamento Ymca porque era lo más accesible. Tras aprender lo necesario, en 1985 retornó a su natal Ciudad de México, donde abrió su estética en el Bodega Aurrerá que se encontraba en Buenavista, una de las colonias “vecinas” de Santa María la Ribera.

Como la tienda de abarrotes desapareció tras ser comprada por Walmart, el peluquero estuvo moviéndose en varios sitios en Santa María la Ribera hasta que hace 18 años encontró un local que ya es insignia en la colonia. Se trata del sitio donde está su estética que, además, ya se volvió un sitio de acogida para los migrantes que deciden trabajar y emprender, como él hizo en su juventud.