"NO HAY UNA CASA PARA MÍ"

Gentrificación y racismo: migrantes haitianos y estadounidenses conviven en la colonia Juárez en "dos Méxicos" distintos

La CDMX es un lugar de contrastes polarizados: mientras algunos duermen en la calle, otros más disfrutan de “rentas baratas” en zonas que los mexicanos ya no pueden pagar

NACIONAL

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Caminando sobre la Calle Lisboa, ubicada en la Colonia Juárez llega un punto donde los autos ya no pasan más, parece ser que todos los habitantes de aquella zona saben que a partir de la esquina del Museo del Chocolate el paso hacia los autos es inaccesible debido a un campamento improvisado que se ha instalado desde hace un par de meses. Entre tablas que funcionan como paredes, sillones que por la noche se convierten en cama y baños portátiles que alguien tuvo la gentileza de instalar, viven cerca de 50 migrantes haitianos que han quedado varados en el país.

Uno de ellos es Pierre, un maestro de construcción que en su búsqueda de una vida digna llegó a Chile donde trabajó por aproximadamente un año para poder reunir los recursos económicos necesarios para viajar hacia Estados Unidos, pero cuando llegó a México terminó viviendo frente al Jardín Juárez, en espera de que las autoridades le tramiten los permisos necesarios para poder cruzar, aunque realmente no sabe si eso sucederá.

Tiene dos meses que llegué aquí y me dieron una cita para el 29 de mayo para poder tramitar la credencial (el permiso para poder permanecer en el país), pero de aquí hasta ese día me voy a morir de hambre porque yo no tengo ni un peso, explica Pierre en entrevista para El Heraldo Digital.

Con el ruido de algunas motos como fondo y mientras su compañera, que sólo habla francés, intentaba descifrar las quejas de Pierre frente al micrófono, él afirma que los días dentro del campamento son todos iguales y si bien un par de restaurantes aledaños y algunas “personas de buen corazón” les brindan comida, la realidad es que las horas que pasan sin comer son demasiadas, por lo que para él su cuerpo ahora es un lugar desconocido en donde el peso se ha esfumado, cada día más, desde que quedó varado en la Ciudad de México.

Las condiciones en las que viven son sumamente precarias.
Fotografía: Cuartoscuro.

En el medio de la calle y hablando francés en voz baja se encontraba Bernadotte y un grupo de hombres que inmediatamente se identificaron como su familia. Su historia no es muy diferente a la Pierre ya que a pesar de que a ellos les han dado la credencial que acredita su estancia legal en el país, ésta no funciona para encontrar un trabajo que sostenga sus necesidades básicas.

Yo tengo un mes aquí y nosotros vivimos aquí porque no tenemos plata para arriendar un hotel y el personal mexicano sólo nos da un permiso de 45 días que no sirve para trabajar y yo no necesito otra cosa que no sea trabajar para poder comer, explica Bernadotte quien con una playera rosa se encuentra sentada en el pavimento.

Y aunque las autoridades han intentado ayudarlos para mejorar su situación, los funcionarios encargados de tramitar los permisos ni siquiera se adecúan a las necesidades de cada uno ya que a pesar de sus peticiones sólo les han brindado los permisos temporales que “no sirven para nada” y bajo esta fachada también los han estafado con supuestas soluciones que terminan esfumándose junto con el dinero que, confiadamente, le dieron a desconocidos que prometieron ayudarles.

Igual tenemos derecho a decidir, ¿no? Yo necesito carnet de trabajo y ella necesita permiso, pero a todos nos dan lo mismo, murmura Jean Paul mientras sostiene un plato de comida vacío.

Además de las condiciones sumamente precarias en las que sobreviven y el abandono del Estado, las y los migrantes haitianos también se han enfrentado a la violencia por parte de personas que buscan esconderlos un ojo público extranjero que, al contrario de ellos, sí es aceptado en los restaurantes locales porque dan una “buena imagen” a las calles.

Según testimonios que han preferido quedar en el anonimato con el que viven hasta ahora, personas desconocidas (con uniformes azules, afirman) les han prohibido usar el Jardín Juárez como punto de reunión; es así como cada tanto los obligan a esconderse entre las paredes de madera e, incluso, avientan sus cosas a la basura, como una clara indicación de que no son bienvenidos ahí.

Nosotros llegamos y descargamos nuestras cosas ahí (en el Jardín Juárez) y después no hay nada, todo está en la basura, te lo sacan todo, pero no sé por qué, explica Bernadotte.

Dos contextos que se mezclan

Las y los migrantes haitianos permanecen en la calle.
Fotografía: Cuartoscuro.

Pero no sólo es ese pequeño espacio el que se encuentra habitado por la frustración de las y los migrantes haitianos, sino que ésta se extiende por la calle llena de restaurantes costosos que se convierten en una burla cuando se conoce a su clientela habitual: migrantes (en su mayoría) estadounidenses que sí son socialmente aceptados y pueden tener una buena calidad de vida gracias a sus ingresos en dólares.

Con este evidente contraste que se encuentra oculto por una burbuja que invisibiliza la vida de otros, un migrante que sí puede pagar el alquiler de un departamento sobre la Calle Lisboa afirma que él no sabía como reaccionar cuando, de la noche a la mañana, un grupo de haitianos recorría las banquetas  acercándose a los restaurantes que, como respuesta, sólo pudieron escribir letreros en francés con la frase: “favor de no hacer pipí en las macetas”.

Es un tema bien delicado y yo lo he comentado con muchos amigos y, por lo menos yo, no me sentía preparado para saber cómo reaccionar, afirma de manera anónima.

De acuerdo con un informe de la asociación Human Rights Watch, las y los migrantes haitianos también son víctimas de explotación laboral y han vivido distintos tipos de violencia por parte de las autoridades mexicanas. Esta realidad se contrapone con lo que viven los migrantes principalmente estadounidenses que han elegido a México como su lugar de residencia permanente ya que la mayoría de ellos disfrutan de una vida privilegiada en el país, donde pueden aprovechar los bajos precios y la alta calidad de vida.

Yo creo que tenemos un chip muy blanco que nos hace ver a los blancos como “ay, qué bonito”, pero en realidad es lo mismo, nada más en diferentes situaciones, reflexiona.

Según recuerda aquella voz anónima, cuando los primeros migrantes haitianos llegaron sin más opciones, al campamento improvisado, ni los vecinos ni los locatarios sabían qué hacer y en sus ganas de apoyarlos comenzaron a regalarles agua, pero lo que comenzó con pequeñas botellas se convirtió en garrafones que no podían ser solventados tan fácilmente y enormes filas de gente que esperaba a las afueras de los edificios y restaurantes, es por ello que la comunidad tuvo que generar acuerdos para mediar la situación y así evitar los “ratos difíciles”.

También han sido estafados por personas que les prometen sacar los permisos de trabajo.
Fotografía: Cuartoscuro.

Es así como mientras las y los migrantes haitianos habitan las calles y son discriminados en establecimientos públicos tales como restaurantes, los migrantes de tez blanca son vistos como turistas y reciben un trato preferencial además de tener acceso a más recursos económicos, empleos bien remunerados y viviendas de alta calidad que sólo trae como resultado la gentrificación de ciertas zonas de la Ciudad de México.

Gentrificación, el retrato de una "vida barata"

La gentrificación es un problema que afecta a muchas ciudades en todo el mundo, y México no es una excepción. El término se refiere al proceso de renovación urbana en lugares precarizados, lo que resulta en el desplazamiento de residentes originales debido al aumento de los precios de la vivienda y el costo de vida. En el contexto de las y los migrantes haitianos y estadounidenses en México, se puede observar una clara disparidad en el trato que reciben estos dos grupos.

Sus peticiones no son escuchadas.
Fotografía: Cuartoscuro.

A medida que migrantes estadounidenses que se encuentran en una buena posición económica eligen a México como lugar de residencia, y aunque a menudo se establecen en áreas de la ciudad que ya han sido gentrificadas y son conocidas por ser zonas exclusivas y de “alta gama”, pronto los lugares de vivienda comienzan a escasear por lo que se ven obligados a conquistar lugares más periféricos en donde los precios de la vivienda y los costos de vida comienzan a aumentar, ahí comienza el desplazamiento.

Según el informe "Haitianos en México: Retos y Oportunidades", publicado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), las y los migrantes haitianos a menudo enfrentan dificultades para acceder a servicios básicos, como vivienda, educación y atención médica; el informe también señala que son víctimas de discriminación y violencia en México.

No hay esperanza de una casa para mí, sentencia Bernadotte.

La gentrificación en México ha sido un tema de debate y controversia durante muchos años, y ha llevado a la formación de grupos de activistas y organizaciones comunitarias que trabajan para proteger a los residentes originales de los efectos negativos de la gentrificación. Estos grupos también abogan por políticas que protejan a los migrantes y refugiados, incluidos las y los haitianos, que son especialmente vulnerables al desplazamiento y la discriminación.

Racismo en México, una realidad

Si bien México es un país formado por la mezcla de culturas, la realidad es que dentro del país existe un grave problema de racismo que se evidencia con las y los migrantes haitianos que desde 2010 han llegado aquí con la esperanza de cruzar a Estados Unidos, pero lejos de encontrar mejores oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, se enfrentan a una serie de obstáculos tanto para continuar su camino al norte, como para permanecer en la Ciudad de México trabajando de forma legal.

Según el informe "México: discriminación racial y trabajo" publicado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) en el 2011, uno de los principales problemas que enfrentan las y los migrantes haitianos en México es el racismo ya que su color de piel les impide conseguir oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, así como los permisos necesarios para trabajar de manera legal, lo que los orilla a habitar las calles en espera de sus papeles.

La discriminación racial contra las y los migrantes haitianos en México es un problema que requiere atención y soluciones inmediatas. Las autoridades mexicanas deben tomar medidas para garantizar que ellos reciban el mismo trato que cualquier otro migrante en el país. Además, se deben tomar medidas para abordar el racismo y la discriminación racial en México de manera más amplia.

Los han obligado a dejar los espacios públicos.
Fotografía: Cuartoscuro.

Es importante que las autoridades mexicanas aborden la gentrificación y tomen medidas para proteger a todos los residentes, incluidos a las y los migrantes y los refugiados, de los efectos negativos de la gentrificación. Esto incluye garantizar que los servicios básicos, como la vivienda, la educación y la atención médica, estén disponibles para todos y sean accesibles.

Mientras las y los migrantes haitianos esperan la noche para poder dormir y así comenzar un día exactamente igual al anterior, los otros migrantes, aquellos que sí son bienvenidos, comienzan a sentirse con el derecho de existir sin siquiera hacer un esfuerzo por adaptarse al país en el que viven. Y quienes se han quedado esperando las respuestas del estado mexicano son rechazados por un racismo que se lucha por esconder.

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