En los primeros días del mes pasado terminaron de retirar el muro de tres mil contenedores en la frontera entre Arizona y México, ponerlos y quitarlos tuvo un costo de 171 millones de dólares, en los pocos meses que estuvieron en ese lugar, de octubre de 2022 a febrero de 2023.
Al gobernador de Texas, Greg Abbott, le pareció buena idea instalar un muro similar de contenedores y en diciembre comenzó a montar el propio, pese a que el que se instaló en Arizona tuvo un impacto ambiental importante para algunas especies de la zona como el jaguar, lobo mexicano y berrendo sonorense.
Ambientalistas aseguraron que el trabajo en el Bosque Nacional de Coronado puso en riesgo a especies en peligro de extinción o amenazadas, como el cuclillo piquigualdo del oeste y el búho manchado mexicano. Además, de los preocupantes cortes de flujos de agua, según Los Angeles Times.
Los contenedores fueron colocados de manera ilegal por decisión del hoy exgobernador de Arizona, el republicano Doug Ducey, aunque en enero pasado llegó su sucesora Katie Hobbs, quien ordenó el retiro inmediato de las enormes cajas de acero rojas, doradas y azules, que provocaron un cambio visual de la zona.
El republicano Ducey había dicho que los contenedores, puestos en una brecha en la frontera cerca de la comunidad occidental de Yuma y a lo largo de un valle de pastizales del condado Cochise del este de Arizona, eran una medida temporal, hasta que el gobierno del presidente Joe Biden asumiera la construcción de un muro permanente para asegurar la frontera.
El tema fue a parar a la corte federal después de que Ducey interpuso una demanda, en la cual solicitó que se reconociera que Arizona tenía la jurisdicción, autónoma o compartida, del tramo de territorio federal en donde se habían colocado los contenedores. También argumentó que Arizona tenía el derecho de proteger a sus residentes de la inmigración ilegal, que denominó una crisis humanitaria.
El alcalde de Yuma, Doug Nicholls, dijo en ese sentido que los contenedores nunca iban a impedir totalmente que la gente cruzara, pero era una forma de controlar mejor los flujos migratorios”.
Esa misma medida fue retomada por el gobernador antiinmigrante de Texas, quien ya instaló contenedores de carga y un cerco de púas sobre el borde fronterizo para frenar la migración irregular de México a Estados Unidos, afectando también tanto el paisaje natural entre El Paso y Ciudad Juárez, como el medio ambiente.
Abbott ordenó la instalación de su propia barrera improvisada, con la colocación de militares, un cerco de alambre, contenedores de carga y rollos de alambre de púas en los límites del bordo del río internacional, llamado río Grande de lado estadounidense y río Bravo de lado mexicano.
Los trabajos, como parte de la llamada Operación Lone Star, abarcan al poniente desde la altura de la calle Bellavista, hasta la altura de la Arizona, al oriente, lo que dificulta que los migrantes que cruzan el río internacional puedan entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso.
“Cualquier impacto en el margen de cualquier río genera una afectación directa sobre el ecosistema, además de que desde el tratado de 1906 los gobiernos de México y Estados Unidos se han empeñado en ver el río únicamente como si fuera una frontera territorial y no como una fuente de vida, entonces a los gobiernos les interesan más asuntos anti-inmigrantes y asuntos políticos que la problemática que tiene el río”, dicen ambientales.
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